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"¿Dónde está la justicia en Brasil?”, cuestiona líder detenida hace más de 70 días

Preta Ferreira, del movimiento por vivienda, afirma que su detención es un intento de criminalizar la lucha social

Brasil de Fato | São Paulo (SP) |
Para Preta Ferreira, ofensiva contra movimientos populares tiene por objetivo deslegitimar la lucha social en Sao Paulo
Para Preta Ferreira, ofensiva contra movimientos populares tiene por objetivo deslegitimar la lucha social en Sao Paulo - Foto: Marcelo Cruz

“Estoy en la cárcel por combatir la injusticia. Está en mis venas. Ahora la enfrento diariamente”. Así Preta [Negra] Ferreira, alias de Jacine Ferreira da Silva, una de las líderes del movimiento por la vivienda en São Paulo, define lo que siente después de cumplir más de 70 días en la cárcel.

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Detenida en una Penitenciaría Femenina en la región norte de la ciudad de São Paulo, Preta está imputada por presuntamente coaccionar a habitantes de ocupaciones en el centro de Sao Paulo para pagar tasas de alquiler. En una entrevista exclusiva con Brasil de Fato, cuenta que se presentó a rendir declaraciones y desde entonces no volvió a casa.

La denuncia en la que se basa la investigación fue realizada a través de una carta anónima y es un desdoblamiento de la investigación sobre el desplome del edificio Wilton Paes de Almeida, en el Largo do Paissandu, donde vivían cerca de 150 familias, el 1 de mayo de 2018. Preta y otros tres líderes del Movimiento Sin Techo del Centro están detenidos. En total, la justicia decretó la prisión de trece líderes.

En una entrevista exclusiva con Brasil de Fato, Preta Ferreira defendió su inocencia y denunció la falta de pruebas. “Yo les pregunto a los gobernantes, a quien me trajo aquí: ¿Dónde están las pruebas? ¿Cuál fue la extorsión que cometí? Es una prisión política. La sociedad sabe lo que está pasando”.

La militante explica que hay un acuerdo entre los habitantes de la ocupación para que todos aporten mensualmente R$ 200,00 [equivalente a US$ 49] para el mantenimiento de los edificios. Este pacto -- considerado “extorsión” para los investigadores -- que garantiza, por ejemplo, la seguridad y la limpieza de las ocupaciones para evitar que tragedias como el desplome del edificio del Largo do Paissandú se repitan.

En agosto, Carmen Ferreira, madre de Preta y líder del MSTC, fue absuelta por unanimidad por el Tribunal de Justicia de São Paulo (TJ-SP) después de ser acusada de los mismos crímenes que su hija.

Para la joven militante, que también es publicista y productora cultural, el objetivo de este proceso es criminalizar a los movimientos populares. “Nuestra prisión y la persecución contra el movimiento de vivienda forma parte de una amenaza, de un plan para destruir los movimientos por vivienda. Detienen a sus líderes, atemorizan a los sin techo, y se acabó”.

Durante la entrevista, ella habla sobre su cotidiano en la Penitenciaría, donde hay otras 2.056 presas. “Así como yo, inocente, estoy aquí encarcelada, hay otras mujeres, en su mayoría negras, encarceladas injustamente. Nos arrojaron a un barco negrero”, compara.

Sobre la campaña que los movimientos populares organizan por su libertad, Preta asevera que la lucha no se resume a su caso. “No solamente ‘Preta Libre’. Son ‘Pretas Libres’”.

La entrevista fue realizada el 4 de septiembre por la tarde. A continuación, algunos fragmentos de la misma:

¿Cuáles son las cuestiones del proceso en que se le acusa de extorsión?

La verdad es que mi prisión es completamente irregular. Yo fui invitada a prestar declaraciones en la comisaría, no habían decretado mi prisión. Fui a prestar declaraciones el 24 de junio y todavía estoy en la cárcel. Yo les pregunto a los gobernantes, a quien me trajo aquí: ¿Dónde están las pruebas?¿Cuál fue la extorsión que cometí? Es una prisión política. Sabemos que no estoy en la cárcel por extorsión. No cometí ningún crimen. Eso es una mentira, ellos lo saben. 

Estamos viviendo en un momento del país en que todos saben que hay persecución judicial. Mi detención es una prisión política. La sociedad sabe lo que está pasando. Mi prisión y la prisión de los demás [militantes de movimientos por vivienda] son prisiones políticas. No hay ninguna prueba contra nosotros.

Aun en relación a la acusación de extorsión, ¿usted puede explicar cómo funciona la organización de las ocupaciones?

Nadie vive allí gratuitamente. Cuando ocupamos un edificio, no hay electricidad, agua, ascensor, mantenimiento, no hay nada. El gobierno no ayuda. ¿Cómo vamos a mantener el edificio?

Cuando la persona ingresa en el movimiento, firma un reglamento interno en que se lee cómo funciona el movimiento y que cada mes se paga una tasa de R$ 200,00. Nadie trabaja gratuitamente. 

¿Cómo que se extorsiona a alguien que ingresa en un lugar que ya sabe que tiene que pagar? No hay extorsión cuando la persona está consciente de sus deberes dentro del movimiento. El movimiento es autogestionado. No hay nadie que lo ayude. No recibimos ayuda de ningún gobierno. Para ser autogestionado, los habitantes tienen que pagar -- porque viven allí. Por seguridad, por protección. No hay extorsión cuando la persona sabe que tiene que pagar.

Incluso para que no pase algo como en el [edificio] Wilson Paes de Almeida [edificio que desplomó en el Largo de Paissandú]. Además, me acusan de formar parte de este edificio y yo nunca estuve allí.

El MSTC siempre actuó junto con el poder público. Cómo íbamos a hacer las mejoras que la alcaldía exige. Quienes pagan son quienes viven, nada más justo. No es un alquiler sino un importe que se revierte para ellos mismos. Las mejoras son para el lugar donde viven, no para mi casa.

La acusación fue realizada a través de un carta anónima.

En realidad este proceso está enredado. Pusieron todos los movimientos en un embudo y determinaron que es lo mismo, pero no lo es. Hay movimientos éticos y movimientos no éticos, por supuesto, pero yo actúo en el Movimiento Sin Techo del Centro, un movimiento ético que trabaja junto con el poder público.

No puedo responder por lo que los otros hacen. Yo respondo por mis actos, por lo que hablo. El MSTC no tiene nada que ver con esos otros movimientos.

¿Usted cree que ser quien es, una mujer negra y militante, cuenta en este proceso?

Nací en esa república machista, racista, opresora. El hecho de que soy una mujer y animo a otras personas para que luchen por sus derechos constitucionales y eso es una insolencia [para ellos]. Ellos eligieron mi papel: estar en un fregadero, en una cocina. Pero ese no es mi papel.

¿Cree que hay un creciente intento de criminalizar a los movimientos populares bajo gobierno de João Doria [ex alcalde y actual gobernador de São Paulo] y de Jair Bolsonaro?

Siempre se criminalizó los movimientos sociales pero ahora la criminalización ganó fuerza. Ellos ya lo habían avisado. Están cumpliendo lo que dijeron. Nuestra prisión y la persecución contra el movimiento de vivienda forma parte de una amenaza, de un plan para destruir los movimientos por vivienda. Detienen a sus líderes, atemorizan a los sin techo, y se acabó. Los verdaderos criminales tienen cuello blanco.

Ellos no cumplen su deber constitucional y están en el gobierno para cumplirlo. Como hay una amenaza contra los movimientos de vivienda, que exigen sus derechos constitucionales - y eso no es un crimen - quieren destruirlos. Si los destruyen, no tienen cómo denunciar que no están cumpliendo esos derechos.

Usted está en la cárcel hace más de dos meses. ¿Qué dice sobre lo que está viviendo acá?

Lo que puedo decir es que estoy en la cárcel por combatir la injusticia. Siempre combatí la injusticia, desde que era niña. Está en mis venas. Ahora la enfrento diariamente. Así como yo, inocente, estoy aquí encarcelada, hay otras mujeres, en su mayoría negras, encarceladas injustamente. Nos arrojaron a un barco negrero. 

¿Qué ha encontrado aquí en la Penitenciaría Femenina? ¿Cómo es su cotidianidad?

Aquí dentro para mi está tranquilo. No es el sitio donde me gustaría estar. Estoy obligada porque me lanzaron aquí. Es el sitio donde estoy, esta es mi realidad temporal.

No soy una presa. Estoy detenida. Y por ser un sitio donde estoy temporalmente, hago política de buena vecindad, convivo con toda la gente. Lo que no significa solo hablar, sino también escuchar a las otras personas. Es un lugar de escucha. 

Mi paso por aquí no es solo para ser otra presa. Somos compañeras. Una ayuda a otra. Así lo veo. No soy mejor y no hay nadie mejor. No solo acá, sino afuera también: somos todas iguales. Si estoy en este sitio, tenemos que entendernos, ayudarnos.

Siempre defendí a todas las mujeres. Todas las negras, las blancas, las indígenas y quilombolas. Una mujer tiene que defender a las mujeres.

¿Usted escucha muchos relatos de injusticia aquí dentro?

La injusticia está muy presente porque la mayoría de las presas que están acá sufrieron injusticias, son [prisiones] forjadas, basadas en procesos mentirosos, fraudulentos. [La campaña necesaria] No es solamente ‘Preta Libre’. Son ‘Pretas Libres’, mujeres libres. No hay justicia en Brasil.

En mi caso, cada día más pienso que es un día menos. Cuento como un día menos. Ellos no podrán mantenerme controlada para siempre. Un día saldré.

Mi esperanza no está muerta. Independientemente de lo que me acusan, de lo que el juez o el fiscal afirme. Sé que soy inocente y no voy a quedarme aquí para siempre.

Si estoy en la situación de presa política, significa que estoy molestando. Molestando a aquellos que están el poder. No estoy molestando por ser una persona que representa un peligro para la sociedad, al contrario, animo a otras personas para que estudien, luchen por sus derechos, para que sepan que tienen derechos, eso molesta.

Soy una presa política. Estoy demostrando a las personas que hay que hacer prevalecer los derechos, que los poderosos tienen que cumplirlos. ¿La carne para el rico y el hueso para el pobre? Hay que dividir en partes iguales. Esta es la política que tiene que existir. 

Usted recibió mucho apoyo de los movimientos populares, que organizan una campaña por su libertad. ¿Esa movilización puede ayudarle de algún modo?

Ni imaginaba esa repercusión. Pensaba que yo era simplemente una líder del movimiento de vivienda, simplemente. A lo largo de ese tiempo, he visto que no. Hay otras mujeres que se reflejan en mí, otras mujeres negras que no tenían esperanzas y ahora las tienen. Para mí, fue alentador. No pensaba que el país iba a intervenir en mi defensa. Hay un clamor muy fuerte por parte de la sociedad. Si yo representara un peligro para la sociedad, no iba a haber este clamor.

Eso me da mucha fuerza, mucha esperanza. Quiero que sepan que, por su causa, soy fuerte de esa forma. Saber que existen personas que creen en mi palabra, en mi inocencia, me da mucha más fuerza. Por ellos, saldré de aquí con la cabeza erguida de la misma forma que entré. Hay mucha gente atrás de mí, que necesita, que depende. Son ellas las que me dan fuerza. 

¿Cuál ha sido la mayor enseñanza de todo este proceso?

Lo que este proceso me enseño en tanto sujeto, mujer, negra, militante y pobre es que no puedo parar. Me enseñó que debo continuar. 

Yo trabajo, de cierta forma, con amor. Tengo fe en la humanidad, en las personas. Del lado de acá hay amor, del lado de ellos no hay. Eso acaba impactando aún más. 

Incluso aquí, no perdí mi esencia, no perdí el amor que tengo en el corazón. No dejé de creer en el ser humano. No perdí mi alegría. Nunca. Me pueden lanzar en cualquier cárcel, yo voy a continuar.

Edición: Daniel Giovanaz | Traducción: Luiza Mançano