Los observadores internacionales que llegarán a Bolivia a fines de esta semana recibirán una denuncia presentada por el presidente del Estado Plurinacional, Evo Morales. En un video divulgado en sus redes sociales, el mandatario afirma tener grabaciones de civiles y exmilitares que preparan un golpe para impedir su reelección a un cuarto mandato el próximo domingo (20).
Según Morales, el golpe es organizado por comités con sede en La Paz, Cochabamba y Santa Cruz, e incluye un plan para incendiar la Casa Grande del Pueblo, la nueva sede del gobierno, inaugurada en 2018.
Desde la semana pasada, el clima en el país es de enfrentamiento entre el gobierno y oposición, representada por el expresidente Carlos Mesa y el senador Óscar Ortiz, ambos apoyados por sectores vinculados a la tradicional derecha boliviana. El auge de las tensiones tuvo lugar durante un pronunciamiento de Morales en Potosí. Los ciudadanos que realizaron un paro cívico para cuestionar el modo cómo el gobierno lleva a cabo el proceso de industrialización del litio se enfrentaron con partidarios del Movimiento al Socialismo (MAS).
En la capital del país, La Paz, donde me encuentro en este momento, el estado de ánimo es de aprensión. Poco a poco, los miembros de la Policía Nacional de Bolivia comienzan a tomar las calles. Los analistas políticos predicen que puede haber arrestos en las próximas horas, en función de un posible seguimiento de los mensajes que llegaron al presidente.
Evo Morales lidera la carrera presidencial con un 40%, seguido de Mesa con un 22% y Ortiz con un 10%, según los sondeos.
