La grandiosidad del río y de lo que lleva consigo

A lo largo de las transposiciones, relatos de violaciones y problemas marcan la construcción de la megaobra

José Eduardo Bernardes | Arte: Karina Ramos

La transposición del Río São Francisco es una obra de gran envergadura. Según datos del Ministerio de Integración Nacional, implica una inversión de cerca de US$ 3 mil millones. De ese total, más de US$ 2,5 mil millones fueron gastados en el proyecto, que está dividido en dos partes. La primera, el Eje Este fue inaugurada el mes de marzo último. La segunda, el Eje Norte, registra 94% de las obras ejecutadas. Juntamente, los dos canales suman 477 kilómetros de extensión.

El Eje Este se extiende por 217 kilómetros. El agua se capta del río São Francisco a la altura del municipio de Floresta, en Pernambuco. De allí, una gigantesca estructura de concreto conduce el agua del "Viejo Chico" a las ciudades pernambucanas de Betânia, Custódia e Sertânia, hasta llegar a Monteiro, en el interior de Paraíba, donde empieza a perennizar represas y, por fin, al Río Paraíba. En ese trecho, la obra está compuesta por seis estaciones de bombeo, cinco acueductos, un túnel y doce embalses. Las obras del Eje Este fueron finalizadas por el consorcio creado entre FBS Constructora y S.A. Paulista y cuentan desde el inicio con la cooperación de las Organizaciones Militares de Ingeniería. La decisión de integrar al Ejército Brasileño a la construcción de la transposición surgió en los bocetos del entonces ministro de Integración Nacional, Ciro Gomes. Él creía que la presencia de las Fuerzas Armadas podría conferir lisura al proyecto. "Decidí hacer eso porque tenía ganas de acelerar el proceso y ofrecer respetabilidad absoluta, sin ningún tipo de sospecha con la empresa contratista. Entonces agarré las dos obras de toma y las entregué al Ejército, ¡fue un golazo!", cree. En nota oficial, el Ejército explica que el órgano oficial "contribuyó con el Ministerio de Integración ejecutando los servicios más críticos y en los momentos más importantes del PISF (Proyecto de Integración del São Francisco). A lo largo del canal, el reportaje de Brasil de Fato constató la presencia de maquinarias y soldados atareados con los últimos retoques y otras obras en el entorno del canal. Entre las atribuciones del Ejército en la Transposición se encuentran la construcción de los canales del Eje Norte y Este, la captación de agua del Río São Francisco, la construcción de la Presa de Tucutú, en el Eje Norte, y de la Presa de Areias, en el Eje Este. El Ejército también actuó en la construcción de diez villas rurales, construidas para habitantes desalojados de sus áreas por causa de la transposición. Además, las Fuerzas Armadas son responsables por la gestión de los camiones cisternas. Los vehículos abastecen las cisternas en diversas comunidades y municipios. Corresponde al Ejército el pago de los valores a los llamados “pipeiros” (distribuidores de los camiones cisternas). A los “pipeiros” corresponde la distribución de agua directamente en las cisternas, según número de habitantes, bajo vigilancia de fiscales de las Fuerzas Armadas. Según el Ministerio de Integración Nacional, “para que un municipio pueda recibir la Operación "Carro-Pipa" [término para camión cisterna en Brasil] es necesario obtener el reconocimiento federal, por la situación de emergencia. El reconocimiento puede ser solicitado solo después del Decreto Municipal de Situación de Emergencia o Estado de Calamidad Pública", dice.

ABUSOS

Sin embargo, la historia de la presencia del Ejército en la región no es tan exitosa. Por el contrario. Son diversas las denuncias de soldados acusados de explotación sexual de menores y de consumo de drogas, por ejemplo, lo que causa impactos inconmensurables a las comunidades alrededor de la instalación de la obra. Esas comunidades, en general pequeñas y con modos de vida sencillos, fueron expuestas a rutinas muy distintas, que han dejado fisuras profundas en la región.

Uno de los investigadores que expone el escenario es el profesor doctor de la Fundación Oswaldo Cruz (Fiocruz), André Monteiro, que coordinó la investigación "Impactos del proyecto de integración del río São Francisco", en que analizó los impactos de la mega obra en ciudades de Pernambuco y de Paraíba. En el estudio, destacó que la “cantidad de mujeres con hijos sin paternidad es inmensa”. "En esas ciudades, son conocidos los hijos de hombres que trabajan en las obras y los hijos de soldados, porque el Ejército hizo obras en Cabrobó y en Floresta [ambos municipios de Pernambuco]. Entrevistamos muchas mujeres, personal del servicio de salud, asistentes sociales, consejos tutelares [órganos públicos de nivel municipal para garantizar el cumplimiento de los derechos de la niñez y la adolescencia] para comprender ese proceso y es muy grave", explica Monteiro. "Los soldados se van, vuelven a los batallones - inclusive he entrevistado a una joven que denunció que fue abusada sexualmente por un soldado al Consejo Tutelar - y se acabó la historia. Hay un sistema de asistencia social, hay el consejo tutelar, pero hay un límite de no reconocer paternidad. Y los órganos de defensa del ciudadano, el MP [Ministerio Público], la Defensoría del Pueblo no actúan de manera debida", analiza el investigador. En Cabrobó, ciudad del sertón de Pernambuco, la Directora de Vigilancia Socio-asistencial, Maria Jackeline Gomes dos Santos, acompañó el caso de tres chicas, a la época con 12 y 14 años, cuyas vidas fueron transformadas por la llegada de la obra a la región. Ella era funcionaria del Centro de Referencia de Asistencia Social (CRAS) que recibía los casos y atendía a las víctimas de violencia. Santos nació en São Paulo, pero vive en Cabrobó desde hace 7 años. Cuando llegó a la ciudad, supo del consumo de "drogas y de las fiestas, por parte de los soldados del Ejército y de los hombres de las [empresas] contratistas", afirma. "Las chicas fueron abusadas por militares y trabajadores de la obra. Una de ellas cayó en el mundo de las drogas y no logramos revertir la situación con acompañamiento. Ella renunció a su propia vida. Tenía entonces 12 años y se quedó atrapada en eso, con las fiestas.", cuenta, al referirse a una amiga adicta al crack con la cual no mantiene más contacto. La asistente social explica que "en otras regiones, hubo casos de hombres de la empresa contratista que usaron nombres falsos y dejaron embarazadas a las niñas de la región. En uno de los casos, se descubrió que el hombre vivía cerca de aquí, en Bahia".

IMPACTOS REALES

Natural de Cabrobó, en el interior de Pernambuco, Luciana Alves da Silva*, hoy con 21 años, tiene un hijo y espera el segundo. Aunque no le guste recordar sus memorias dolorosas, cuenta como fue la llegada de los trabajadores y del Ejército a la humilde ciudad de 33 mil habitantes, por donde pasan los canales de la Transposición del Río São Francisco. Al recordar ese pasado, garantiza que "preferiría que ellos [trabajadores] nunca hubiesen llegado aquí". En aquel tiempo, Luciana solo tenía 12 años. Los hombres le prometían llevarla a Teresina, capital de Piauí, para que tuviera una vida mejor, en cambio, la drogaron y la violaron, según relata en entrevista con Brasil de Fato. Los padres de sus hijos no prestan asistencia alguna a Luciana. El padre del primero no mantuvo ningún vínculo y el padre del segundo hijo vivía con ella, pero no caminaba a su lado. "Se avergonzaba de caminar conmigo, por mi mala fama", dice. "Fui criada por mi abuela. Pero después que empecé a frecuentar la región de Mãe Rosa [zona rural de Cabrobó] empezaron a difamarme", recuerda. Luciana fue acompañada por la asistente social Maria Jackeline Gomes dos Santos, junto al Consejo Tutelar. Con todo, según la joven, las reuniones eran inútiles. "Era complicado. Por la mañana, hablábamos con ella, pero por la noche ya estábamos allí, buscándolos a ellos para consumir drogas. Me entraba por un oído y salía por el otro", cuenta. Cabrobó está entre las ciudades que forman el "Polígono de Marihuana", región en que se produce 40% de la planta consumida en el país. La región está formada por 12 ciudades, además de Cabrobó: Salgueiro, Floresta, Belém de São Francisco, Orocó, Santa Maria da Boa Vista, Petrolina, Carnaubeira da Penha e Betânia, todas en Pernambuco; y Juazeiro, Curaçá, Glória y Paulo Afonso, en Bahia. Luciana cuenta que el consumo de marihuana en la región siempre ha sido común, pero con las obras de la transposición llegaron la cocaína y el crack. "Ellos [los soldados] no consumían las drogas, la droga era para nosotros. Quienes las usaban eran las personas que vivían aquí y trabajaban en la obra. Pagaban nuestra entrada en el club, las bebidas, todo", afirma Luciana. “Aquí hay un club que funciona jueves, viernes, sábado y domingo. En esos días, los soldados no volvían al cuartel, dormían en la casa de algún conocido para quedarse aquí e ir al club”, dice. "Me enamoré de uno de ellos, él era soldado", cuenta la joven. La pasión no impidió las violencias. Luciana cuenta que ella y sus amigas fueron violadas por soldados y trabajadores de la obra. “Querían tener sexo, aun cuando nosotras no teníamos ganas.” “Solamente abandoné esa vida porque mi familia ya no me aceptaba en casa”, relata, completando: "Sólo tengo malos recuerdos de esa época". "Ahora tengo una nueva oportunidad de vida, pero mucha gente no se olvidó de ello. Es difícil conseguir un trabajo. La gente no se olvida de las personas que se quedaron enganchadas a los soldados", dice. En nota, el Ejército afirmó que "no apoya ninguna clase de irregularidad practicada por sus miembros y repudia vehementemente hechos que desacreditan la ética y la moral que deben estar presentes en la conducta de todos sus integrantes. La Fuerza se compromete a que los eventuales desvíos de conducta sean corregidos dentro de los límites que fija la ley. Por otro lado, la asistente social Maria Jackeline Gomes dos Santos cuenta que la empresa del consorcio responsable por la obra utilizaba el personal de asistencia social para minimizar los impactos en las comunidades. El trabajo, entre tanto, no evitó que la vida de la comunidad local se modificara con el inicio de la mega obra. “Ese impacto es ignorado. Creo que se trata de una invasión. Piensan en las cuestiones ambientales, pero ¿cómo quedan las familias? Son indemnizadas para salir de sus casas, pero ¿qué beneficios tienen? ¿Cuál es el soporte que se ofrece a esas familias? Además de todo esto, siguen sin agua”, afirma Santos. Se contactó a la empresa Paulista SA, que administra el consorcio en el Eje Este de la Transposición del Río São Francisco, pero esta no respondió hasta el cierre de este reportaje.

**Luciana Alves da Silva es un nombre ficticio dado por el reportaje de Brasil de Fato para preservar la identidad de la víctima.*

*En la traducción, se optó por mantener los términos “sertanejo” y “nordestino”, en el original en portugués. - “Nordestino” es la persona que nace o vive en el Nordeste de Brasil o algo típico de la región y su pueblo. - “Sertanejo” es la persona que nace o vive en el sertón o algo que es propio del sertón. - “Sertón” (en portugués sertão, proveniente de desertão, "desiertazo"; plural: sertões) es una región geográfica semiárida del Nordeste brasileño, que incluye partes de los estados de Sergipe, Alagoas, Bahia, Pernambuco, Paraíba, Rio Grande do Norte, Ceará y Piauí.

Lea los cuatro reportajes del especial "Márgenes del viejo Río São Francisco"