FE CONTRA EL LATIFUNDIO

Marcado para morir, Padre Amaro resiste en la lucha por la tierra en Pará, Brasil

Religioso pasó más de 90 días preso después de persecución de hacendados y madereros

Brasil de Fato | São Paulo (SP) |
El Padre Amaro apoya la lucha por la preservación de los bosques y del uso sustentable de la tierra
El Padre Amaro apoya la lucha por la preservación de los bosques y del uso sustentable de la tierra - CPT

En Brasil, un hombre está marcado para morir porque cree en los ideales de igualdad, amor y respeto entre las personas. Por esos motivos, el Padre Amaro permaneció preso más de 90 días y vive bajo amenaza de asesinato en la región de Anapu, estado del Pará, región Norte de Brasil.

El Padre José Amaro Lopes de Souza es un religioso que defiende la división de las tierras para la agricultura familiar y la preservación de los bosques como un contrapeso al proceso de explotación de los grandes latifundios de plantación de soja y de pasto para el ganado, produciendo solo para exportación y el aumento de las fortunas de los hacendados, como explica el propio Padre.

Desde mediados de los años 1990, cuando conoció a la misionera estadounidense Dorothy Stang, una de las principales líderes de la lucha por la tierra para los campesinos y la preservación del bosque, padre Amaro actúa en la Comisión Pastoral de la Tierra (CPT) en un conflicto constante con hacendados y madereros. Dorothy, fue asesinada el día 12 de febrero de 2005 a los 73 años con seis tiros disparados por sicarios contratados por hacendados de la región. Su cabeza valía 50.000 reales (US$ 13.000) a la época; la de Amaro, 25.000 reales (US$ 6.500).

En 2018, el Padre Amaro fue acusado y preso en un proceso considerado controversial. La denuncia contra el padre fue hecha por hacendados de la región, y es considerada por muchos una persecución política para impedir la lucha por la reforma agraria en el municipio en el que actúa. El Padre Amaro fue declarado enemigo de hacendados y madereros por ser uno de los mayores líderes en la lucha por la tierra en Anapu.

El religioso permaneció en una pequeña celda en el presidio de la cuidad de Altamira, entre el 27 de marzo y el 29 de julio. Incluso atrás de las rejas, las amenazas continuaron y, según el padre, los terratenientes estaban esperando el pretexto de una rebelión en la cárcel para encomendar su muerte.

En este período, dos habeas corpus le fueron negados por la Justicia del Estado y el religioso sólo fue liberado, como medida provisional, cuando el caso llegó al Supremo Tribunal Federal (STF).

Mientras estaba preso, Padre Amaro vio en una pequeña televisión las noticias de la prisión del ex presidente Lula, el día 7 de abril, también sin pruebas. “Yo lloré. Sabia que era un líder popular siendo preso, dentro del esquema del golpe, para que no pudiera participar en las elecciones presidenciales”, recuerda el padre.

En los 13 años entre la muerte de la misionera y la prisión del padre sin pruebas, el conflicto por tierra en Pará se agravó. “La orden es limpiar todo. Quemar y pasar por encima de todo, plantación, escuela y personas”, dijo.

En este escenario, que tiene tendencia a empeorar con la ultraderecha en el gobierno federal, el Padre Amaro enseña que es el momento de unirse en las luchas populares y resistir.

Padre Amaro estuvo en São Paulo el día 5 de diciembre para recibir un premio de la ONG Red Social de Justicia y Derechos Humanos, por su lucha en defesa de las comunidades campesinos, y habló con Brasil de Fato. En el evento, fue lanzado el libro Derechos Humanos en Brasil 2018. La concejala Marielle Franco, asesinada al inicio del año en la ciudad Rio de Janeiro y cuyo crimen aún no fue solucionado, también fue homenajeada. 

Brasil de Fato: ¿Cuál es el origen de la disputa por la tierra en Pará?

Padre Amaro: Las tierras son tierras públicas de la Unión. En el proceso de colonización de la [carretera] Transamazónica, fue creada un área de PIC [Proyectos Integrados de Colonización] que comprende seis kilómetros a partir de la franja donde iban a vivir los trabajadores. Después iban a ser separadas las grandes áreas. Se hicieron las licitaciones y si, en cinco años, el licitante no cumplía el contrato, las tierras volverían a la Unión. Fue lo que sucedió.

Muchos hacendados del Sur del país compraron esas tierras, que ya estaban ocupadas por trabajadores. Con los proyectos de desarrollo de la región, como [la hidroeléctrica] Belo Monte, muchos trabajadores fueron a la región. Cuando los hacendados llegaron, sacaron a los trabajadores a patadas, matando y quemando.

¿Cómo es la dinámica de trabajo de los agricultores que fueron trabajar en la región y estaban allá antes que los hacendados?

Usted tiene lotes de diez alqueires y solo puede deforestar 20%. El 80% es de la reserva [mata nativa]. Los pequeños agricultores preservan el bosque. Los grandes hacendados consideran eso un atraso para el desarrollo de la región. Porque lo que ellos quieren es talar y poner pasto para criar mucho ganado.

¿Y a dónde va esa producción de carne de ganado?

Para exportación. El pequeño produce el cacao, el maíz, la yuca, el arroz, la pimienta. Y algunas haciendas usan un pedacito para criar una vaca de leche. El tiene esa tierra para trabajar toda la vida. El grande [hacendado] quiere esa tierra para explotarla y no queda ninguna utilidad allí en el municipio. Va toda hacia afuera.

¿Y cómo se da la expulsión de los agricultores de la tierra?

Ellos los quieren sacar y los sacan. Para nosotros, en el Norte, parece que es un estado sin ley. La impunidad mata y deforesta. Ellos dicen que van a limpiar el área. Y para limpiar el área vale todo. Matando, quemando, derribando casas. Incluso si la acción está en la Justicia, ellos ni esperan la tramitación final y van actuando por la fuerza. Ellos tienen poder, contratan sicarios, tienen dinero. Eles pasan por encima del pequeño y de la pequeña como se fueran cosas que no existen.

¿Cómo es la actuación de la CPT en la región y cuáles son las acusaciones contra ustedes?

La Comisión Pastoral de la Tierra da asesoría a los trabajadores y trabajadoras. La CPT tiene abogados, nosotros enseñamos, encaminamos a los agricultores a la Defensoría Pública o al Ministerio Público Federal. Con eso, ellos [los hacendados] tienen ira. Ellos dicen que incitamos lo que ellos llaman “invasión”, pero es ocupación de tierras públicas.

¿Cómo era su amistad con la misionera Dorothy Stang?

La conocí en 1989, en [la ciudad de] Belém [capital del estado del Pará]. Ella invitó a algunos jóvenes para hacer una misión en el área y nosotros fuimos. El obispo nos aceptó y comenzamos a trabajar y a estudiar en Belém. En 1998, fui ordenado padre en [el municipio de] Anapu. En diciembre de 1998, el obispo elevó a la categoría de parroquia y me quedé allí. Tuve la gracia de trabajar con Dorothy por 15 años. Cuando la conocí, ella ya formaba parte de la CPT.

¿Y cuál era la principal lucha de Dorothy?

Su lucha era que con la técnica que usted pudiera trabajar en el área de forma sustentable. Para criar los hijos y nietos en armonía con la tierra y la naturaleza. Como todo estaba siendo devorado [por los hacendados], ella entró con la creación de dos PDS (Proyecto de Desarrollo Sustentable), que fueron conocidos como PDS Virola-Jatobá y PDS Esperança. Eso generó ira entre los hacendados y algunos sectores de los madereros. Para callar y acabar con los PDS, ellos mataron a Dorothy. Crearon un consorcio y la mandaron matar el día 12 de febrero de 2005.

El asesinato de la misionera tuvo la misma motivación del plan de difamación contra usted que acabó en la cárcel. ¿Cómo fue eso?

Yo estaba en casa. El Padre Bento que estaba viniendo de otra ciudad me pidió ir a buscarlo en el terminal. Me levanté, dejé el portón abierto y fui al terminal. Cuando llegué había seis vehículos detrás mío. Y dijeron que había una orden de prisión contra mí. Yo dije que quería leerla antes allá en mi casa. Entré en el carro, no fui esposado, y allá dijeron que querían arma, dinero, celular y el computador de la CPT. Yo leí la acusación y había cosas terribles. Fue rápido. Me trajeron a Altamira e hicieron los procedimientos y me llevaron al centro de detención. Estuve 92 días allá.

¿Cómo fue su liberación? ¿Tuvo dos pedidos de habeas corpus negados?

Los dos veces que pidieron a la Justicia del Estado los negaron. La tercera, que fue allá al [Tribunal] Supremo, fue concedido.

En el período en que usted estaba preso en Pará también prendieron el ex presidente Lula. ¿Cuál fue su reacción?

Mi reacción fue terrible. Sabemos de la inocencia de Lula. Sabemos que fue un golpe. Lo prendieron para que no pudiera ser candidato a la Presidencia, para que no pudiera hacer más nada por los pobres. El golpe primero fue contra Dilma y después contra él. En la celdita, tenía una televisión, cuando vi aquello, no hice más que llorar. Otro compañero que estaba siendo preso injustamente. Fue un dolor muy fuerte en mi corazón.

La prisión injusta y esa persecución contra usted, ¿genera una sensación de miedo en la región?

No sólo en la región, sino a toda organización o colectivo que lucha por tierra y por derechos. Una de las acusaciones es que yo no hago otra cosa sino defender criminales. Pero son trabajadores y trabajadoras rurales. Si yo hice algún mal, ese mal fue intentar poner alimento en la boca de los trabajadores y trabajadoras y ayudarlos a conquistar un pedacito de tierra.

Después del golpe de 2016, la lucha por la tierra se volvió más feroz. ¿Notó algún cambio en el sistema judicial también?

La situación política cambió. En algunas parcelas el personal está allí hace más de 20 años y que ahora, después del golpe y de la elección de este mozo [Jair Bolsonaro] que va a asumir la presidencia, ya hubo audiencia preliminar, ya hubo inspección y el juez ya marcó de ir allá de nuevo. Estamos muy preocupados con eso. Allá ya fue quemada una escuela. Impidieron que llegue la energía eléctrica. No dejaron hacer una carretera.

¿Usted pidió algún tipo de protección a la Justicia después de la muerte de Dorothy?

Cuando Dorothy fue asesinada nos mandaron a llamar, los presidentes de sindicatos, los trabajadores e hicieron varias reuniones. Percibimos que era para hacer la protección de testigos sólo para el padre y las monjas. Nosotros no aceptamos porque no aceptábamos este tipo de seguridad si nuestro pueblo continuaba inseguro. Era muy cómodo que un padre, las hermanas y algunos líderes tuvieran seguridad mientras toda una región estaba insegura. 

Edición: Luiz Felipe Albuquerque | Traducción: Pilar Troya