Impeachment

“Brasil está retomando una posición subordinada en la política externa”

Profesora de la UFABC, Tatiana Barringer analiza elementos de la política internacional que influenciaron el impeachment

São Paulo (SP) |
José Serra (a la izquierda), ministro de las Relaciones Exteriores de Michel Temer (a la derecha)
José Serra (a la izquierda), ministro de las Relaciones Exteriores de Michel Temer (a la derecha) - Foto: Wilson Dias/Abr

Legisladores contrarios al impeachment ingresaron con un pedido en la Organización de los Estados Americanos (OEA) para que el proceso contra Dilma Rousseff (PT) sea suspenso. La entidad pidió explicaciones a las autoridades brasileñas y debe posicionarse en relación al caso en breve.

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Para analizar esa cuestión, Brasil de Fato entrevistó a Tatiana Berringer, profesora de Relaciones Internacionales de la Universidad Federal del ABC (UFABC). Para ella, a pesar de los posibles impactos para la imagen del país, las resoluciones de organismos internacionales no tienen la capacidad de imponer medidas necesarias para cambiar el cuadro de la política nacional.

Berringer también analiza los hechos y desdoblamientos internacionales del proceso de impeachment. “La burguesía interna y la oposición partidaria no aceptan un alineamiento latinoamericano tan fuerte que pueda hacer frente a los Estados Unidos”, afirmó.

Según ella, la re orientación en la política externa señalizada por el gobierno interino significa “retomar una posición de subordinación pasiva en relación al imperialismo”.

Acceda a la entrevista completa.

Brasil de Fato ¿Cuáles elementos internacionales influenciaron en el proceso de impeachment?

Tatiana Berringer – El primer elemento es recordar que nosotros estamos viviendo una crisis financiera prolongada, desde 2008. Hay reflejos de esa crisis en la economía brasileña, que agudizaron los conflictos políticos.

El segundo elemento es que, dentro de esa crisis financiera, hubo un reordenamiento geopolítico – ligado sobre todo a un asenso chino y a una recuperación de Rusia – que se materializó en un nuevo campo, que eran los Brics [el grupo formado por Brasil, Rusia, India, China y África del Sur], con una crítica fuerte al sistema financiero internacional y apuntando una re configuración. Brasil está en ese grupo.

Además, el país se venia desempeñando un papel muy importante en la integración latinoamericana, fortaleciendo al Mercosur, dandole un carácter político, y, al mismo tiempo, criticando al Unasur [Unión de las Naciones Suramericanas]. En suma, un papel de destaque internacional, se aliando a un polo que amenazaba la hegemonía de los Estados Unidos.

El tercer elemento que yo destacaría son los intereses imperialistas en relación al Pre-Sal [yacimientos petrolíferos en territorio marino brasileño]. Con Brasil teniendo esa gran reserva, se torna necesario colocar un gobierno que no defienda el régimen de división de la producción, tal como defendía el Partido de los Trabajadores.

¿El imperialismo actuó directamente en el proceso brasileño?

Hay un duplo movimiento. Siempre hubo una disputa, hasta 2008 fue aceptable [para el imperialismo] lo que esta sucediendo en Brasil y en América Latina, pero ese proceso comenzó a mostrarse una amenaza frente a la propia recuperación de los Estados Unidos. Hay una ofensiva general que comienza con el golpe en Honduras, en 2009, después va a desembocar en Paraguay [2012] y en toda la desestabilización de los gobiernos venezolanos. Es un movimiento que el imperialismo de hecho causó y en ello invirtió.

La cuestión es que el imperialismo no actúa sólo como una fuerza externa. Los intereses y las propias alianzas son colocadas internamente. Desde las empresas que están aquí, pero las fuerzas políticas también. Hay una fracción de la burguesía brasileña que se mantuvo aliada al imperialismo: el capital financiero, que siempre hizo oposición al frente neodesarrollista y al programa de los gobiernos petistas. Hay un cierto alineamiento de intereses que van a disputar las contradicciones de ese modelo: la burguesía interna no aceptaba un carácter para la política externa de un poco más de conflicto con los Estados Unidos así como las políticas sociales, sobre todo la valorización del salario mínimo. Es una sumatoria.

El imperialismo vio en Junio del 2013, una oportunidad de como trabajar eso. Las fuerzas golpistas vieron que la corrupción seria una buena excusa, que tendría gran aceptación y que los medios podrían trabajar. Eso nosotros conseguimos observar en varios gobiernos progresistas: como ese ha sido la forma del neogolpismo, el método de intervención externa del imperialismo en el siglo XXI, ya que no caben más golpes como los de las décadas de 1960 y 1970.

¿Los procesos de integración regional estarían en riesgo?

Yo entiendo que es pesado decir que estarían en riesgo. Ellos adoptan un nuevo formato y asumen nuevas características, pero seguirán. Para fracciones de la burguesía brasileña, principalmente la interna, ellas dependen de esos elementos. La necesidad de exportaciones para los países del Mercosur no desaparecerá. Las relaciones con China también.

La cuestión es el carácter político. En el caso del Mercosur, él puede volver a ser lo que fue en los años 90, una integración de cuño más económico, pero sin carácter político o social mayor, sin representar algo que de hecho camine para una cooperación y colocar la región en un nivel geopolítico diferente. Es retornar a una posición de subordinación pasiva en relación al imperialismo: esos bloques pueden existir, pero sin contrariar los intereses imperialistas.

¿La resistencia de Brasil a Venezuela en el Mercosur es una muestra de la política externa defendida por el gobierno interino?

Sí. No sólo muestra, es la materialización de la oposición [a los gobiernos de Lula y Dilma] que ya se venía esbozando. Venezuela adhirió al Mercosur en el año 2006, pero el Congreso brasileño demoró tres años para aceptar y rectificar. La resistencia no se da por la no existencia de relaciones comerciales, pero si por el carácter político-ideológico asumido por los gobiernos de Chavez y Maduro en la política externa. La burguesía interna y la oposición partidaria no aceptan un alineamiento latinoamericano tan fuerte que pueda hacer frente a los Estados Unidos.

El hecho de intentar debilitar al Mercosur y al propio gobierno venezolano es la demostración de que se quiere un Mercosur apenas comercial. El peso de Venezuela, producto del petróleo, crea un carácter geopolítico bastante diferente para el Mercosur, es posible establecer una posición de subordinación pasiva al imperialismo con más facilidad.

¿Como usted evalúa la repercusión internacional del proceso de impeachment?
Fue una cierta sorpresa. Los más importantes periódicos de los Estados Unidos y de Europa también colocan ese cuestionamiento del impeachment. Hay una cierta desconfianza sobre la forma como el proceso ha sido cambiado. Del otro lado, eso no tiene impacto necesario, de quebrar las relaciones, que es lo que podría revertir el cuadro. Infelizmente eso no reverberó en acciones diplomáticas, los jefes de Estado no se pronunciaron.

¿Una decisión de la OEA contrariamente al impeachment pude alterar el cuadro político nacional?

Como cualquier organismo internacional, tienen cierto impacto sobre la legitimidad [del proceso] y la imagen del país, pero ninguna recomendación en ese ámbito es obligatoria. Así como están rasgando la Constitución brasileña, no hay motivos para se intimidar con algunas declaraciones o recomendación de la OEA. Hay un soporte de fuerzas internacionales más fuertes. En eso el papel del imperialismo es resaltado. Si estos tienen aliados más fuertes, ¿cuál sería el problema de una organización posicionarse contrariamente?

La cuestión de Venezuela en el Mercosur también está relacionada a eso. El voto venezolano y uruguayo pueden suspender a Brasil del bloque. Por eso quieren sacar a Venezuela: eso traería prejuicios mayores para los negocios y empresas brasileñas. La cosa está bien pensada y planeada.

¿De forma general toda América Latina está sobre la ofensiva de imperialismo?

Es un cuadro que se altera. Teníamos gobiernos progresistas y de izquierda, que venían trabajado juntos, con un proyecto colectivo. Y esa estrategia [del imperialismo] tiene un efecto dominó. Retirando del gobierno partidos de izquierda, principalmente en los países que tenían más fuerza y capacidad de llevar adelante ese proyecto: Argentina, Venezuela y Brasil. Romper esta triada es cambiar todo el cuadro. Después de Brasil, el próximo paso es seguir el curso de la ofensiva sobre Venezuela.

Nosotros precisamos recordar que la historia no es tan lineal. Van a ocurrir resistencias y las conquistas y compromisos que no irán a retroceder, instituciones que ya fueron creadas y consolidadas. A pesar de que va a haber un momento de retrocesos, pero puede haber también un momento de recuperación y reversión de ese cuadro. El ciclo progresista va a dejar grandes resultados y procesos que tienden a ser reconocidos.

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Traducción: María Julia Giménez

 

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