Luchas obreras

“La insatisfacción con Temer puede generar la retomada de luchas", dice socióloga

Paula Marcelino, de la Universidad de São Paulo, discute el papel del movimiento obrero en la actual coyuntura

São Paulo (SP) |
Huelga de bancarios en Porto Alegre, estado de Rio Grande del Sur
Huelga de bancarios en Porto Alegre, estado de Rio Grande del Sur - Foto: Brayan Martins/ PMPA

Las grandes centrales sindicales brasileñas realizan una jornada nacional de lucha este jueves (22). El llamado a la paralización es entendida por las organizaciones que convocan como un ensayo para una huelga general en defensa de los derechos sociales y como respuesta a las medidas y propuestas que el gobierno no electo de Michel Temer (PMDB) viene discutiendo en relación a la reforma laboral y de la previsión social.

En diversos momentos de la historia brasileña, la actuación del movimiento obrero fue decisiva. Para entender la relación entre las luchas sindicales y la conquista de derechos, así como el impacto de la actual coyuntura sobre la clase trabajadora, Brasil de Fato conversó con la profesora de sociología de la Universidad de São Paulo (USP), Paula Marcelino.

Según explicó, en la historia del movimiento sindical brasileño se pueden establecer cinco momentos: el primero, que va desde finales del siglo XIX a la década de 1930, caracterizado por la autonomía y la fuerza del anarco-sindicalismo y, posteriormente, del comunismo; el segundo, que trascurre hasta 1954, que es cuando se consolida el sindicalismo populista; el tercero período, entre el golpe de Estado de 1964 hasta finales de la década del ‘70, con acciones puntuales y limitadas por la peligrosidad del contexto; un cuarto momento que acompaña la transición de la dictadura a la democracia, denominado del “nuevo sindicalismo”, caracterizado por huelgas muy fuertes, alta combatividad y la creación de la Central Unica de los Trabajadores (CUT); y el último período, que comienza en 1988 con la nueva Constitución y sigue hasta la actualidad, marcado por una mayor adaptación a la estructura sindical, pulverización de las orientaciones sindicales.

De acuerdo con la profesora, “los ciclos de lucha han tenido la capacidad de alterar y promover modificaciones progresistas en los derechos de los trabajadores”. Sin embargo, agregó, “de manera general, las huelgas y el movimiento sindical en Brasil son muy volcados a cuestiones económicas, con esa clasificación artificial que se creó que son las categorías profesionales. Son huelgas tradicionalmente volcadas para cuestiones de participación en los lucros, para ganancias económicas, fundamentalmente. Transformar esas huelgas en movilizaciones por cuestiones políticas, o por cuestiones económicas más amplias, no es una cosa fácil en la realidad del sindicalismo brasileño”, manifestó.

En este histórico de lucha, advierte Marcelino, el período entre 2004 y 2013 evidenció unos trazos importantes con una curva ascendente – y el número aumenta a cada año – y la conquista salarial fue significativa. “Esas huelgas fueron más ambiciosas en relación a las reivindicaciones y tuvieron conquistas reales”.

¿Qué puede suceder frente al nuevo contexto? Para la profesora, el escenario está siendo alterado con la nueva configuración del gobierno federal, "mucho menos favorable a los trabajadores que en el período anterior. “Yo creo que está diseñándose, con el golpe por el cual pasamos, el final de ese ciclo de huelgas fuertes, en la ofensiva y con conquistas. Pero eso es un tema que aún tenemos que ver. Los últimos datos, de hecho, muestran una caída de la capacidad de conquistas salariales de los trabajadores en los últimos semestres”, y advirtió “si tiene continuidad el tipo de política económica que el gobierno de Temer anuncia y el nivel de desempleo, que ya está alto, es muy posible que las huelgas pasen, a partir de ahora, a tener un carácter de reivindicación defensiva”.

Como señaló Paula Marcelino, “existe una gran posibilidad de que la insatisfacción que los trabajadores están demostrando en las calles con el gobierno Temer – no todos, una parte, yo diría los más precarizados y en situación inestable, aún no salieron a las calles – genere una retomada de la lucha, de cuestionamientos de la política económica”.

Pero, como dejo explicito durante la conversa, esto no significa pensar que “cuanto peor, mejor”. “Recuerdo que en la década de 1990, habían luchas, huelgas, y estábamos permanentemente corriendo atrás de perdidas, que era lo básico, por lo que nadie tiene que correr atrás: derecho a tener empleo, a tener transporte. Entonces, puede ser que se retome esa lucha. Pero no creo que podamos analizar eso por el lado bueno – ‘los trabajadores vuelven a las calles’ –, porque puede significar un momento de derrota, de lucha simplemente defensiva, como está atravesando, por ejemplo, la mayor parte de los trabajadores de Europa".

Acceda a la entrevista en portugués.

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Traducción: María Julia Giménez

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