UN AÑO

Lula más allá de la política

Las pérdidas e injusticias que marcan la historia de Luiz Inácio como padre y abuelo

Brasil de Fato | São Paulo (SP) |
 A los 73 años, el ex mandatario sigue despertando sentimientos y opiniones opuestas
A los 73 años, el ex mandatario sigue despertando sentimientos y opiniones opuestas - Foto: Ricardo Stuckert/Instituto Lula

Aun sin tener contacto directo con lo que pasa del lado de fuera de las paredes de la sede de la Policía Federal en Curitiba desde hace un año, en un silencio forzado, Luiz Inácio Lula da Silva tiene un gran impacto sobre la vida de muchos brasileños. A los 73 años, el ex mandatario sigue despertando sentimientos y opiniones opuestas. Por un lado, entre los que reconocen que gran parte del pueblo fue beneficiado por las políticas públicas creadas en sus gobiernos y que también sintieron en la propia piel cómo las condiciones de vida mejoraron en ese período. Por otro, entre los que reproducen un discurso de que Lula representa un retroceso e intentan, de todas las formas, manchar su imagen. Esa posición [doble] es una constante en la vida política del ex mandatario, pero su importancia en la historia del país es innegable.

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Diversos motivos explican porqué la gente no olvida a Lula o porqué el ex mandatario está siempre en el centro de la atención mediática. Campañas, actos políticos, investigaciones y contundentes declaraciones públicas. Estos son los escenarios que generalmente se asocian a él. A lo largo de su trayectoria, la imagen del hombre que respira política generalmente oculta a la del Lula padre y abuelo.

Pero subjetividades, creencias y opiniones - pilares fundamentales en la formación de todos los hombres y mujeres políticas - hacen de él, un ser humano como todos los demás. Su primera aparición pública después de ir a la cárcel fue durante el funeral de su nieto, Arthur Lula da Silva, que falleció a los siete años víctima de meningitis. La Justicia Federal habilitó la salida de Lula para participar de la ceremonia con base en el artículo 120 de la Ley de Ejecución Penal, que establece que los detenidos pueden obtener un permiso para salir de la cárcel, bajo escolta, en caso de muertes de descendientes.

LULA ES UN TIPO QUE SOBREVIVIÓ A TODO. SOBREVIVIÓ A LA MISERIA, A LA INTOLERANCIA, A LA PERSECUCIÓN, A LA DICTADURA…

Por algunos segundos, entre el auto de la Policía Federal y el velatorio, sus seguidores y los periodistas pudieron verlo. Desconsolado, les saludó con gesto serio que expresaba su dolor de abuelo que acabara de perder a uno de sus nietos trágicamente.

“Nunca he visto mi padre triste como hoy. Nunca. Me ha dicho que era algo injusto, que no corresponde al orden natural, que habían personas mayores que podrían haber muerto antes, que no comprendía...Él dijo a Arthur que cuando vaya al cielo, llevará su diploma de inocencia”, cuenta Lurian Lula da Silva, la hija mayor del ex mandatario que pudo estar al lado de su familia en ese momento de duelo solo por una hora y treinta minutos. “No fue suficiente. Él está en la cárcel hace casi un año, lejos de la convivencia familiar. Lejos del día a día de su nieto”, defiende.

Privado de su libertad antes que su juicio llegue a las cortes superiores del país, la muerte de su nieto es la tercera pérdida familiar que sufre en tres años. El febrero de 2017, casi un año después de haber sido blanco de una conducción coercitiva determinada por el juez Sergio Moro, falleció su esposa Marisa Letícia Lula da Silva, víctima de un derrame cerebral.

El pasado enero, la justicia no le permitió a Lula participar del funeral de su hermano mayor, Genival Inácio da Silva, de 79 años, más conocido como Vavá, víctima de un cáncer pulmonar.

“Él resiste por aquellos que se fueron y por aquellos que quedaron”, dijo Lurian que confiesa no saber de dónde viene la fuerza de Lula para luchar en defensa de su libertad y por la restitución de otro proyecto de sociedad. “Toda la gente me dice: ‘Lurian, sé fuerte porque su padre es gigante’. De hecho, es gigante. A cada cien años aparece un hombre como él, como hombre, padre y político. Es un tipo que sobrevivió a todo. Sobrevivió a la miseria, al hambre, a la intolerancia, a la persecución y a la dictadura. Tiene algo que creo ser característico de la familia Silva, lo de intentar mantener el buen humor durante los momentos de dolor, para poder resistir”, relata la primogénita.

ÉL SABE QUE EN AQUEL CUBÍCULO DONDE LO ECHARON ESTÁ ACOMPAÑADO POR MILLONES DE BRASILEÑAS Y BRASILEÑOS.

Líder Popular

En las fotos históricas de Lula siempre hay muchas manos, mucha gente, muchos abrazos. La comunicación con el pueblo es una marca incontestable del ex presidente. Detenido, privado de un libre contacto con sus familiares y con el pueblo, fue a través de cartas y notas que logró expresarse sobre lo que ocurre en Brasil y defender sus posiciones. “Siempre caminó con el pueblo”, afirma Paulo Okamotto, presidente del Instituto Lula.

“Él sabe que es una persona muy querida por el pueblo, que tiene el afecto de los trabajadores y mucho reconocimiento. Así, se mantiene tranquilo para resistir ante las adversidades, así mantiene su fuerza”. Okamotto también considera que “durante los últimos años Lula sufrió muchas adversidades”, y lo define como un “profundo conocedor del pueblo brasileño”.

“Quienes conocen a Lula, quienes ya hablaron con él, saben cómo él trata a las personas: se preocupa, realmente se entusiasma, porque es un político distinto. Hace política con “P” mayúscula. El legado que construyó y construye se debe a su práctica”, defiende.

Para la ex presidenta Dilma Rousseff, la élite subestimó al líder del Partido de los Trabajadores, no aceptó que un retirante* nordestino pudiera tener una capacidad de articulación política tan fuerte y ser alabado por el pueblo.

“Tuve la oportunidad y el honor de, muchas veces, presenciar el reconocimiento de su liderazgo, en los aplausos y en las entusiastas declaraciones realizadas en encuentros internacionales. Cuando se dieron cuenta de la envergadura de Lula, su desprecio se convirtió en una peligrosa mezcla de ira y miedo”.

Torturada durante la dictadura militar brasileña, Dilma cree que Lula también sufre una forma de tortura, recluso lejos del pueblo. Pero, según ella, las violaciones que el líder sufre impulsan la resistencia.

“El sufrimiento, la injusticia y la tortura hacen que crezcan dentro de algunos de nosotros las ganas de luchar, de sobrevivir para recuperarnos y derrotar a nuestros verdugos. Vencer no a través de la fuerza, sino a través de la superioridad que expresamos al mantenernos vivos, firmes, con una buena mente y con nuestros principios fortalecidos debido a la certeza de que estamos en el lado correcto de la historia. Como en el caso de Lula”, reflexiona.

“Él sabe que en aquel cubículo donde lo echaron está acompañado por millones de brasileñas y brasileños que le quieren. Lula es admirado y la gente sabe que en este momento histórico, sin él, el país sigue siendo desfigurado”.

Son muchas las opiniones sobre él. Incluso quien lo critica no tiene argumentos suficientes para negar que la historia de Brasil se combina, en muchos momentos, con la historia de Lula.

“Él es hijo de doña Lindu. Él insiste, resiste, sabe que va a luchar hasta el final y solo va dejar la cárcel con su inocencia [comprobada]”, garantiza Lurian Lula da Silva.

*retirantes: habitantes del sertón brasileño que huyen de las regiones semináridas de nordeste debido a las sequías.

Edición: Anelize Moreira | Traducción: Luiza Mançano