Medios

En manos de pocos empresarios, medios en EE UU pasan por una crisis de confianza

La prensa trabaja para sus propios intereses y suministra a la población las noticias que desea, dice investigador.

Traducción: Roxana Baspineiro

Brasil de Fato | Los Angeles (EE UU) |
Una encuesta de la agencia estadounidense Gallup revela que cerca del 33% de los estadounidenses desaprueban los medios de comunicación locales - Eloa Orazem/Brasil de Fato

Mientras demócratas y republicanos se pelean y se turnan para controlar la presidencia, el Senado y la Cámara de Representantes de Estados Unidos, los multimillonarios desembolsan cuantiosas fortunas para controlar el cuarto poder: la prensa.

La mercantilización de los medios de comunicación estadounidenses ha puesto a los principales medios en manos de ejecutivos como Jeff Bezos, que en 2013 adquirió el periódico The Washington Post y siguió los pasos del "mimado" de Wall Street, Warren Buffet, que tiene en su cartera diferentes periódicos locales.

En 2018 le tocó el turno a otros dos magnates que siguieron el mismo movimiento: Marc Benioff, fundador y CEO de Salesforce, compró los derechos de la Times Magazine, mientras que el inversor Patrick Soon-Shiong abrió su cartera para comprar el LA Times.

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Sin embargo, no es nuevo que la prensa estadounidense esté a la venta. "Se trata de una práctica antigua en la historia de Estados Unidos", explicó a Brasil de Fato Nolan Higdon, profesor de Historia y Medios de Comunicación de la Universidad Estatal de California, en East Bay. Higdon es autor de los libros The Anatomy of Fake News (La Anatomía de las Noticias Falsas) y United States of Distraction (Los Estados Unidos de la Distracción).

 

"Ya a finales del siglo XIX, en la época dorada, muchos barones invirtieron sus fortunas en la compra de redacciones de periódicos. A lo largo de la historia de este país podemos ver que las personas en posiciones de poder mantienen una estrecha relación con la industria de los medios de comunicación", dice el investigador.

Este interés por los medios de comunicación es fácilmente comprensible, explica también el cientista político Mickey Huff al reportaje.

"Es poderoso controlar la narrativa de las cosas, hasta el punto de controlar la democracia y los efectos políticos. Si se analiza la propaganda de la Primera Guerra Mundial de hace un siglo, se comprenderá que fue allí donde la élite comprendió que controlando la información, controlaría el futuro del país, incluido el futuro político", señala.

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Al tomar el control de los grandes medios, los empresarios comienzan a operar bajo una lógica mercantilista y partidista. Como resultado, el periodismo de calidad da paso a reportajes con más tintes de entretenimiento y noticias sesgadas.

"Hoy en día, el 90% del trabajo de los medios estadounidenses consiste en ir al Capitolio a hablar con un republicano y un demócrata y pasar el resto del día comentando lo que allí se dijo", dice Higdon, "y luego invitamos a profesores y académicos a evaluar ese mismo discurso, en un modelo superficial que se repite hasta el cansancio".

La cosa se complica aún más cuando se mezclan los intereses. "Jeff Bezos, que es el dueño del The Washington Post, también es dueño de Amazon, de Whole Foods y tiene un contrato de 600 millones de dólares con la CIA [Servicio de Inteligencia de Estados Unidos] para proveer el servicio en la nube", dice Mickey Huff.

Para el profesor, además, las leyes puestas en marcha para intentar limitar los deseos mercantilistas en los medios de comunicación son casi inútiles.

"Los medios de comunicación en Estados Unidos están controlados casi en su totalidad por un puñado de corporaciones y, al ser empresas privadas, pueden definir algunas de sus prácticas y su manual de seguridad, evadiendo la Constitución. Por eso Twitter puede, por ejemplo, prohibir a tal o cual usuario sin temor a ser sancionado por ello", evalúa el cientista político, manifestando su preocupación por la censura digital existente.

También según el profesor, este tipo de escenario es posible en los gobiernos neoliberales, donde es habitual la infiltración corporativa en las agencias reguladoras, incluso en aquellas diseñadas para defender supuestamente el interés público.

"El resultado de esto es una prensa que trabaja por interés propio y, en un intento de maximizar su potencial de ingresos, proporciona a una parte de la población las noticias que quiere, no lo que la audiencia necesita escuchar. Y esto es válido tanto para los medios más alineados a la izquierda como a la derecha", critica Higdon.

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En este contexto, no es de extrañar que una encuesta de la agencia estadounidense Gallup mostrara que un número récord de estadounidenses no confía en absoluto en su prensa local. Cerca del 33% de los encuestados desaprueba los medios de comunicación locales, un aumento de 5 puntos en comparación con 2019.

Financiamiento

Para los especialistas, la raíz de este problema está en la financiación del periodismo. Como la mayoría de la gente se niega a pagar por las noticias que lee o ve, el periodismo, que es caro, se ve obligado a depender de la publicidad y otros intereses para sobrevivir.

Modelos como el de la BBC, en el que la contribución popular es obligatoria, podrían ser un camino a seguir, pero los profesores creen que no hay nada en el actual gobierno de Estados Unidos, bajo la pluma de Joe Biden, que indique que pueda ocurrir algo en este sentido.

"La BBC tiene un modelo de negocio interesante y realiza un buen periodismo, pero sigue presentando el mundo bajo la lógica occidental y a veces adopta la retórica anti-Rusia y anti-China que tanto vemos", analiza el politólogo Mickey Huff.

Tener acceso sólo a opiniones y hechos partidistas es una amenaza para la democracia global, y mantener una dieta variada y saludable de consumo de noticias es tan urgente como una dieta de alimentos, señala el experto.

"Si nos abastecemos de información como la comida, entonces diría que nuestro menú se compone de 'comida chatarra'. Necesitamos 'digerir' noticias más variadas y de fuentes fiables, para tener todos los ingredientes y vitaminas necesarios para ejercitar nuestro músculo democrático."

Edición: Marina Duarte de Souza