LUCHA CAMPESINA

El agronegocio profundiza la dependencia y el endeudamiento del Sur Global, según la coordinadora de la Vía Campesina

Habló con Brasil de Fato Morgan Ody, la campesina de Francia que coordina la plataforma de lucha en el campo

Traducción: Isabela Gaia

Brasil de Fato | Enviado especial à Bogotá (Colômbia) |
"La lucha es entre el modelo de los campesinos y el modelo del agronegocio", afirmó Morgan Ody. - Percurso da cultura/Flickr

Endeudados con organismos multilaterales como el Banco Mundial y el FMI, muchos países del Sur Global fomentan el modelo de producción agrícola de monocultivo para la exportación en un intento de recaudar dólares para pagar sus deudas. Este es el análisis de Morgan Ody, actual coordinadora de la Vía Campesina, la plataforma fundada en 1993 que reúne a los principales movimientos de la lucha campesina de todas las regiones del mundo.

En entrevista con Brasil de Fato, Ody afirmó que el agronegocio profundiza la situación de dependencia externa de muchos países frente a las grandes corporaciones del sector de la producción de alimentos, pero también frente a los grandes bancos y entidades financieras.

"El Banco Mundial, el Fondo Monetario, estos organismos multilaterales hacen que los países del Sur, pero también los pueblos del Norte, se endeuden en dólares, una moneda sobre la cual, salvo los Estados Unidos, ningún otro país tiene control. Entonces, para pagar la deuda, estos países necesitan divisas y para hacerlo terminan priorizando un modelo agroexportador, en lugar de producir alimentos para las personas", afirmó. 

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La coordinadora de la organización también señaló que la situación se vive "en muchos países que sufren hambre, donde las personas ni siquiera tienen acceso a los productos que el país exporta, ya sea café, soja, palma, etc.". 

"Por lo que creemos que estas deudas ilegítimas deben ser canceladas para garantizar que haya políticas públicas de apoyo a los pequeños productores que alimentan a la población", afirmó.

Conferencia discute alternativas

Por otro lado, Morgan Ody afirmó que los movimientos campesinos de varias regiones del mundo luchan por construir un modelo alternativo al agronegocio y que estas propuestas se discutirán durante la 8ª Conferencia Internacional de la Vía Campesina, que se desarrolla en Bogotá, Colombia.

"La lucha es entre el modelo de los campesinos y el modelo del agronegocio. Estas empresas quieren robar la tierra, el agua y los recursos energéticos del mundo, quieren privatizar la vida para acumular más. Este es su único objetivo y nosotros nos oponemos a ese modelo. Estamos luchando para que la tierra, el agua y los animales sirvan para que las personas tengan una vida digna", dijo.

También según Ody, las más de 180 organizaciones de la lucha campesina que participan en la conferencia propondrán debates y presionarán a los gobiernos de sus respectivos países para que implementen políticas de protección e incentivo a los productores, como la reforma agraria, los proyectos de crédito y la inserción en el mercado.

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Esta relación entre movimientos y gobierno fue lo que animó a la Vía Campesina a elegir Colombia como sede del evento. Para Ody, las decisiones del presidente colombiano, Gustavo Petro, de retomar el sistema nacional de reforma agraria y proponer proyectos para incentivar a los campesinos deberían servir de inspiración para movimientos en otros países.

A continuación, los principales extractos de la entrevista:
 

Brasil de Fato:  ¿Por qué elegir a Colombia como país anfitrión de la 8ª Conferencia Internacional de la Vía Campesina?

Morgan Ody: Elegimos realizar esta 8ª Conferencia en Colombia precisamente porque en el país hay un contexto social y político que nos da esperanza, algo de lo que hay poco ahora en el mundo; muchas guerras, conflictos armados, el hambre está a un nivel muy alto. Ver un país donde las movilizaciones sociales son tan fuertes y donde esto se transforma en políticas públicas que reconocen la función social de la tierra, que reconocen al campesinado como sujeto político con derechos, es muy importante.

Para nosotros es una oportunidad de apoyar este proceso, y también de inspirarnos en él para poder regresar a nuestros países con esa fuerza.

¿Cuáles son los desafíos universales que enfrentan los campesinos hoy y cómo sintetizar las agendas de más de 180 movimientos en una sola?

Hay muchos temas, pero uno muy importante es el acceso a la tierra y al agua. Sin esto, no podemos producir los alimentos que necesitamos para nuestras comunidades. Pero incluso cuando tenemos acceso a la tierra y al agua, tenemos derecho a elegir vivir de ello, con un ingreso digno, y esto significa que necesitamos normas comerciales que no estén a favor de las multinacionales, sino a favor del campesinado, de los pequeños productores. Porque si no tenemos un ingreso digno, nuestros jóvenes dejarán el campo para buscar una vida mejor en la ciudad.

Necesitamos que los jóvenes se enamoren del campo y crean que allí pueden tener una vida plena. Otro tema muy importante son nuestros derechos como campesinos. La persecución y criminalización de los campesinos está creciendo a niveles muy altos en todo el mundo.

En varios países hay casos de asesinatos de líderes campesinos, de personas desaparecidas o cuyas casas han sido incendiadas y destruidas. Esto es inaceptable, porque tenemos una función social muy importante. Todos necesitamos comer y nosotros producimos los alimentos, por eso tenemos que ser respetados. Hoy tenemos la Declaración de las Naciones Unidas sobre los Derechos de los Campesinos y queremos que no quede solo en el papel, sino que se aplique en nuestra vida cotidiana. 

¿Cómo es la relación de la Vía Campesina con las agencias de la ONU?

Son lugares de batalla permanente, porque los intereses financieros del agronegocio también están en cada espacio donde estamos. Por ejemplo, desde antes de la pandemia, ya no teníamos la oportunidad de ir a Roma, a las conferencias sobre alimentación de las Naciones Unidas.

Estos intereses del capitalismo están tomando espacios en contra de los intereses de las personas. Ahora hay que recuperar estos espacios, hay que decir que no es normal que sean multimillonarios, dueños de empresas multinacionales, quienes tengan el poder en la ONU. La ONU debe ser el lugar de los pueblos y estamos allí para decir que la voz de los pueblos debe ser escuchada.


Morgan Ody: 'El agronegocio quiere privatizar la vida'. / Rafael Stedile/Via Campesina

Pero la disputa entre los sectores populares y el agronegocio no se da solo en espacios multilaterales, ¿verdad? Se trata de una disputa histórica entre dos modelos completamente opuestos.

Por supuesto, la lucha es entre el modelo de los campesinos y el modelo del agronegocio. En Francia, por ejemplo, luchamos por las reservas de agua que la agroindustria quiere apropiarse para producir biomasa. En primer lugar porque necesitamos agua para beber y en segundo lugar para producir alimentos saludables para la población.

Digo esto para mostrar que esta disputa ocurre en todas partes del mundo, de alguna manera. Estas empresas quieren robar la tierra, el agua, los recursos energéticos del mundo, en resumen, quieren privatizar la vida para acumular más. Este es su único objetivo y nosotros nos oponemos a ese modelo. Estamos luchando para que la tierra, el agua y los animales sirvan para que las personas tengan una vida digna.

En América Latina y otras regiones del Sur Global, vemos países que están cada vez más en crisis y dependientes de los grandes centros económicos. ¿El modelo del agronegocio está relacionado con este proceso?

La cuestión de la dependencia sigue estrechamente vinculada al problema de la deuda. El Banco Mundial, el Fondo Monetario, estos organismos multilaterales hacen que los países del Sur, pero también los pueblos del Norte, se endeuden en dólares, una moneda sobre la cual, salvo los Estados Unidos, ningún otro país tiene control. Entonces, para pagar la deuda, estos países necesitan divisas y para hacerlo terminan priorizando un modelo agroexportador, en lugar de producir alimentos para las personas.

Esta es la situación de muchos países que sufren hambre, donde las personas ni siquiera tienen acceso a los productos que el país exporta, ya sea café, soja, palma etc. Por eso creemos que estas deudas ilegítimas deben ser canceladas para garantizar que haya políticas públicas de apoyo a los pequeños productores que alimentan a la población.

¿Cómo podemos convencer no solo a los gobiernos, sino también a la sociedad de que este modelo es perjudicial? Decir que el país no quiere ganar dólares para apoyar a los pequeños agricultores puede parecer contradictorio para la población, ¿verdad?

Sí, y eso es una dificultad. Los grupos financieros suelen controlar los medios de comunicación y transmitir mucha desinformación. Por ejemplo: es un consenso repetido por los medios de que la producción de alimentos está asegurada por el agronegocio y sabemos que no es así.

El agronegocio controla el 70% de la tierra, pero produce solo el 30% de los alimentos. Usan esta tierra para otras cosas, como la producción de biomasa u otras fuentes de combustible que no afectan la producción de alimentos. En los movimientos que forman parte de la Vía Campesina se intenta construir talleres de comunicación para que los propios campesinos puedan protegerse de estas mentiras.

Se trata de la primera conferencia realizada tras la pandemia, que ha hundido a millones de personas en la hambruna. ¿Cuál es el balance de la Vía Campesina sobre la crisis de la COVID-19 y su impacto en el campo

La pandemia tuvo mucho que ver con la crisis del modelo alimentario industrial. En primer lugar, porque las personas que no tenían acceso a alimentos saludables se vieron muy afectadas por la enfermedad. Estamos en una situación única en la historia de la humanidad. Estamos ante los límites materiales del planeta.

Además, los países ricos creen que pueden encontrar soluciones tecnológicas sin cambiar el modelo social. Lo que estamos diciendo es que el problema es el modelo, es el capitalismo, la desigualdad.

Luchamos por la transformación social, por salir de un modelo de dominación capitalista, imperialista, racista y patriarcal. Este modelo es también de dominio sobre la vida, con la visión de que podemos manipular el planeta como queramos. Necesitamos una relación respetuosa con la naturaleza y ese es un cambio muy profundo.

¿Es más difícil la situación de los campesinos y de la Vía Campesina hoy, 30 años después de su fundación?

Cualquiera que haya visto la Vía Campesina hace 30 años no creería que estaríamos aquí hoy. Hoy somos el movimiento campesino más grande del mundo.

Mucha gente pensaba -y sigue pensando- que el campesino no vale nada, que no sabe hacer nada. Así que estar aquí hoy, con tanta fuerza, es un logro extraordinario. Estamos muy seguros de que, con el compromiso de defender nuestro modelo productivo, podremos cambiar el mundo y resolver las crisis políticas.

Hoy tenemos otras luchas, como la de las mujeres, la de los jóvenes y la de la diversidad, que este año tuvo un encuentro sin precedentes. En la última conferencia, en 2017, habíamos dado los primeros pasos, pero ha sido todo un proceso, una semilla que dio frutos.

No es posible que perdamos a tantas personas en el campo por ser lesbianas o trans y que, al no poder vivir en el campo, se vean obligadas a migrar a la ciudad. Queremos que todas estas personas permanezcan en el campo para que puedan trabajar y que podamos aprender de ellas.

Edición: Rodrigo Durão Coelho