No se empieza una guerra con un solo disparo, sino con una sucesión de desacuerdos y desencuentros. En el caso del conflicto entre Israel y Palestina, por ejemplo, las recientes muertes son el fruto de una serie de acontecimientos religiosos y políticos en los que están implicados los dos pueblos y muchos agentes externos, sobre todo Estados Unidos.
Sólo en las últimas semanas, unos diez israelíes han muerto en un ataque atribuido a Hamás, mientras que más de 210 palestinos, entre ellos 61 niños, han muerto como consecuencia de la respuesta israelí.
Para James Gelvin, profesor de historia en el campus de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), Ph. D en estudios sobre Oriente Medio, la injerencia estadounidense en esa parte del mundo se hizo más evidente en la década de 1970.
Los Estados Unidos añadieron nuevos niveles de tensión a la disputa en diciembre de 2017, cuando el entonces presidente Donald Trump reconoció a Jerusalén como capital de Israel.
Así como EE.UU. debería ser considerado en parte responsable por el derramamiento de sangre en Israel y Palestina, se podría decir que el país también tiene un rol importante en la negociación de un acuerdo pacífico entre las dos partes en conflicto.
A continuación, vea el reportaje en video de la corresponsal de Brasil de Fato en los Estados Unidos, Eloá Orazem.
