Chile

Gobierno chileno pierde control de la pandemia y enfrenta nuevas protestas sociales

Llamado a “nueva normalidad”, aumentó los contagios y la muerte, y provocó protestas sociales en los barrios pobres

Traducción: Paola Cornejo

Valparaíso, Chile |
Residentes del distrito de La Pintana, en Santiago, protestan contra la falta de ayuda gubernamental para las personas más pobres en cuarentena - Prensa Opal

Chile no es uno de los países más mencionados por las noticias en el mundo por sus números con respecto a la nueva pandemia de coronavirus, a pesar de que la realidad en el país se ha vuelto cada vez más preocupante.

Actualmente, el país andino tiene 78 mil casos confirmados, registrando entre 4 y 5 mil casos nuevos por día. Las muertes, que ya son 806 en total, varían entre 40 y 45 diariamente. Cifras que pueden parecer bajas en comparación con las de Brasil, pero que son preocupantes en un país con sólo 18 millones de habitantes.

Además, la forma en que se llegó a este panorama también llama la atención. Desde el primer caso, a principios de marzo, el país estableció una estrategia de "cuarentenas dinámicas", solo en las regiones donde había personas infectadas”, pero sin limitar el tránsito desde otras comunas. Como resultado, el número de contagios y muertes registró una evolución lenta pero sostenida.

A mediados de abril, Chile registró un promedio de mil infecciones por día debido al coronavirus, y nunca superó las 15 muertes diarias. Cifras que no fueron las mejores, pero que estuvieron lejos de ser preocupantes como en Brasil y Ecuador. Además, la red de hospitales del país todavía mostró que tenía mucha capacidad para tratar a nuevos pacientes.

::Ancianos sufren con la pandemia y la pobreza generada por empresas de pensiones::

Nueva normalidad

Esta situación ayudó al gobierno a creer que podía recuperar parte de la credibilidad perdida con la revuelta social de octubre y noviembre de 2019, mostrando un manejo correcto de la pandemia hasta ese momento.

Fue entonces cuando el presidente Sebastián Piñera, un mega inversionista ultraliberal y propietario de la mayor fortuna del país, en un momento de triunfalismo, hizo una declaración en la red nacional, poco después de las vacaciones de Pascua, llamando al país a construir una “nueva normalidad” y un “retorno seguro” de las personas al trabajo.

La decisión provocó una respuesta inmediata del Colegio de Médicos de Chile, una institución que reúne a estos profesionales de la salud, y que advirtió que la declaración, era un error, ya que la epidemia no se había frenado y estaba a punto de entrar en el llamado peak, que los expertos locales en epidemiología pronosticaban para las primeras semanas de mayo.

“Le dijimos al presidente en la primera reunión en la que participamos como Colegio de Médicos, que vivíamos en un momento complejo para enfrentar esta pandemia. Hay desconfianza en las autoridades gubernamentales, hay desconfianza en las diferentes instituciones del país. Por eso, desde el principio, propusimos otra forma de manejar esta situación”, comentó la presidenta del Colegio de Médicos, Izkia Siches.

::Con plebiscito aplazado Chile intenta mantener espíritu constituyente en la pandemia::

Pero el gobierno de derecha siguió adelante con su plan, reabriendo algunas empresas, incluidos los centros comerciales. El resultado no se hizo esperar: a partir de las primeras semanas de mayo, la curva de contagio comenzó a saltar, lo que se vio reforzado por la “nueva normalidad”. Chile pasó rápidamente de 1 mil a 2 mil nuevos casos diarios. En la semana siguiente, ya registró 3 mil, y no tardó mucho en llegar a 4 mil.

El lunes (25), Chile tenía 4.800 nuevas personas infectadas con covid-19, y este nivel se ha convertido en la "nueva normalidad" del país, mientras que las autoridades sanitarias piden que la población regrese al aislamiento, pero ya sin garantizar que esto será suficiente para contener la curva de contagio a corto plazo.

La situación es más dramática en la Región Metropolitana de Santiago, que concentra casi el 80% de los casos en el país. El mismo día, 25 de mayo, de 4,8 mil casos nuevos en Chile, la capital del país tenía 4 mil.

Como resultado, la red de hospitales, que parecía suficiente hace semanas, comenzó a enfrentar problemas, y el mismo Piñera admitió, en una entrevista el domingo pasado (24), que la disponibilidad de camas de UCI y respiradores artificiales estaba en su límite.

Algunas entidades acusan al gobierno de inventar los datos y presentar números con subregistro. En una serie de tweets recientes, la periodista chilena Alejandra Matus declaró, con base en documentos del Registro Civil de Santiago, que el número oficial de muertes por “enfermedades respiratorias” en la ciudad, entre marzo y abril de 2020, fue de 4,2 mil, 15 veces más que el número de muertes por covid-19 reportado por el Ministerio de Salud.

::Chile pide ayuda al FMI para ayudar a las empresas y ofrece migajas a la gente::

Revuelta en barrios pobres

Además de la crisis de salud, los escollos del gobierno de Sebastián Piñera también han causado problemas económicos. El gobierno ha dado carta blanca a las empresas para despedir empleados debido a la cuarentena, lo que ha llevado a despidos masivos, un ingrediente que se vuelve aún más complejo debido a la falta de asistencia del Estado.

Bajo presión de la oposición, el gobierno acordó entregar un bono de 65 mil pesos (80 dólares) en junio, otro de 55 mil (67,6 dólares) en junio y un tercero de 45 mil pesos chilenos (55,3 dólares) en agosto, solo para el 40% de las familias más pobres. También prometió entregar una canasta de alimentos para que las familias soporten la cuarentena.

La medida ni siquiera fue promulgada y ya está causando incluso rechazo, especialmente en los sectores más pobres de la Región Metropolitana de Santiago, donde muchos residentes se quejan de que hay personas que ya están muriendo de hambre debido a la falta de trabajo e ingresos.

Desde mediados de mayo, algunos barrios como El Bosque, La Pintana y La Granja han registrado protestas, con barricadas y enfrentamientos con la Policía.

La líder social Virginia Bustos, presidenta de la junta de vecinos del barrio El Progreso, y del Comité de Vivienda Multicolor de Santiago, explica que las personas no pueden permitirse la cuarentena, porque muchos trabajan en el sector informal, donde viven con el dinero que ganan al día, y los días en que no trabajan, no hay dinero. Ante esta situación, ella cree que la oferta del gobierno de ayudar a las personas a hacer frente a la cuarentena es ofensiva.

También culpa al gobierno de Piñera por ser responsable del aumento de contagios y muertes. “Tener que escuchar al gobierno todos los días, a través de sus portavoces, decir mentiras y errores. Decir que somos el mejor país, decir que todo el mundo nos felicita, decir que la pandemia está bajo control. Digamos que puedes salir a tomar un café y luego una cerveza, y luego quejarte por qué hay gente en las calles. Creo que este gobierno es inmoral y está a punto de ser un criminal”, se queja Bustos.

::Pandemia aumenta casos de racismo contra inmigrantes negros en Chile::

Mientras tanto, algunas organizaciones sociales, como el movimiento territorial de Ukamau (“Así Somos”, en idioma aymara), intentan reaccionar con acciones solidarias, inspiradas en el lema "El pueblo ayuda al pueblo”. Doris González, portavoz del movimiento, lamentó a través de redes sociales que "la única respuesta que el gobierno tiene a esta crisis de salud, económica, social y de hambre es la represión y la persecución de quienes intentan hacer visibles sus demandas justas y legítimas en este país".

El gobierno de Piñera quería usar la epidemia para recuperar cierta legitimidad y la credibilidad no está logrando los resultados esperados. A su vez, la ciudadanía se articula como puede, e incluso el Colegio de Médicos presentó, el viernes (22), una propuesta de apoyo económico y social, hecha por economistas reconocidos, en un nuevo intento de mostrar al gobierno un camino mucho mejor que el seguido hasta ahora.

* Nota escrita en colaboración con Paola Cornejo, directamente desde Santiago.

Edición: Pilar Troya