Agroindustria

Trigo transgénico HB4 aprobado en Argentina genera reacciones negativas

Brasil, principal comprador, no se mostró favorable a la aprobación del HB4; tecnología depende de su aval

Traducción: Pilar Troya

Brasil de Fato | Buenos Aires (Argentina) |
El trigo transgénico HB4 fue desarrollado a través del CONICET, principal institución de investigación científica pública de Argentina - Marcelo Manera / AFP

La aprobación del nuevo trigo transgénico argentino HB4 para comercialización anda causando debates, rechazo y expectativas desde su publicación en octubre, en el boletín oficial del Ministerio de Agricultura del país. El documento describe el motivo de las controversias: la semilla del IND-ØØ412-7, nombre científico de la planta desarrollada por la bioquímica Raquel Chan, es tolerante al potente herbicida glufosinato de amônio.

La aprobación del HB4 aún está pendiente en Brasil, principal comprador del trigo argentino. A pesar de que la noticia fue vista con buenos ojos por el avance tecnológico nacional y su carácter inédito al ser, posiblemente, el primer trigo transgénico comercializado en el mundo, el HB4 fue poco aceptado en el país.

Además de la reacción negativa en la sociedad civil, una encuesta realizada por la Asociación Brasileña de la industria del Trigo (ABITRIGO) a molineros brasileños, 85% estuvieron contra el uso del trigo genéticamente modificado (GM) y "90% informaron estar dispuestos a interrumpir sus compras de trigo argentino".

Otras tecnologías como el HB4 no fueron continuados por el mismo motivo. Fue el caso del trigo transgénico desarrollado por Monsanto, en 2004, resistente al glifosato.

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La comunidad científica y los ambientalistas ya estaban atentos a esta posibilidad, ya que dos de las cinco instituciones argentinas que deben autorizar la comercialización de la semilla habían dado su aval. En 2016 lo hizo el Servicio Nacional de Sanidad Agroalimentario (SENASA) y en 2018, la Comisión Nacional de Biotecnología (CONABIA).

Después de la publicación en el boletín oficial, miles de científicos argentinos renombrados del Consejo Nacional de Investigación Científica (CONICET), a través de la cual la HB4 fue desarrollada, con financiamiento de la empresa Bioceres, firmaron una carta solicitando la revocatoria del comercio del trigo transgénico.

Los especialistas reiteran que el glufosinato de amonio es 15 veces más tóxico que el glifosato, de efectos ampliamente conocidos, estudiados y comprobadamente nocivos a los seres humanos y al medio ambiente.

Esta autorización remite a un modelo de agronegocio que se reveló nocivo en términos ambientales y sociales, principal causante de las pérdidas de biodiversidad

El sector agroindustrial argentino también presentó aversión a la tecnología. Empresarios temen las consecuencias comerciales, ante el amplio rechazo de los consumidores, en un país donde la base alimentaria es básicamente trigo. Por medio de las lluvias y de la polinización, el trigo GM podría afectar a las plantaciones de trigo convencional, en la llamada "contaminación genética", tornando inviable la separación de transgénicos y no transgénicos.

Por ese mismo motivo, los productores agroecológicos y familiares verían también afectados sus cultivos.

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Modificación genética alimentaria y el paquete tecnológico

Incluso con el expreso rechazo inicial de Brasil, Raquel Chan tiene expectativas de que su trigo transgénico se comercialice en el país vecino. "Generaría riqueza para el país y más alimentos. Esa aprobación llevaría a Argentina, al lado de Brasil – y, espero, con otros países latinoamericanos –, a posicionarse como productores de tecnología, y no apenas proveedores de granos y materias primas."

La mayoría de las cosas que comemos están modificadas. El maíz no existía en la naturaleza. Fue producido por mutaciones de una planta llamada teosinte, en México.

Haciendo eco de la perspectiva de crecimiento económico a partir de los transgénicos, el Consejo Argentino para la Información y el Desarrollo de Biotecnología (ArgenBio), destaca como impactos del cultivo de transgénicos la generación de US$ 127.000 millones desde la inserción de la biotecnología agrícola en el país, con la aprobación de la primera soja transgénica, en 1996, y la creación de más de dos millones de puestos de trabajo. 

Hace 15 años, Chan y su equipo estudian la adaptación de las plantas transgénicas al medio ambiente. Ella define la mutación genética como una forma más eficiente y precisa de mejorar los cultivos, objetivo buscado ancestralmente por los agricultores. Se remonta a los tiempos en que no se conocían los genes: la selección genética se daba "al ojo", al cruzar plantas que sobrevivían y se adaptaban mejor.

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La preocupación que la mutación genética despierta en científicos y ambientalistas contrarios a los efectos del modelo de agronegocio es lo que llaman paquete tecnológico, que asocia la transgénesis, los agrotóxicos y los fertilizantes in vitro.

"Una cosa no funciona sin la otra", señala el abogado ambiental Marcos Filardi, criador del Museo del Hambre. "No tiene mucho sentido hablar de la transgénesis en si, porque están diseñados específicamente para tolerar la aplicación de agrotóxicos."

Cuando se le preguntó si le preocupaba que el HB4 impulse el uso del glufosinato de amonio, Chan destacó el foco de su proyecto: desarrollar una planta resistente a la sequía. "Puede no usarse el glufosinato de amonio. Ese pedazo de DNA quedó como un vestigio. La técnica de transformación exige un marcador de selección, porque la planta no recibe fácilmente el gen exógeno."

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Derechos ambientales y humanos

 Argentina es el tercer país del mundo en cultivo de transgénicos, atrás apenas de los Estados Unidos y Brasil. Según el Consejo Argentino para la Información y el Desarrollo de Biotecnología (ArgenBio), Argentina llegó al techo de adopción de la tecnología, ya que prácticamente 100% del cultivo de soja y algodón, y más de 97% del maíz son transgénicos.

Filardi destaca que esas resoluciones se realizan sin consultar a la población. El resalta que la falta de una ley de etiquetas para indicar alimentos transgénicos acentúa la preocupación con el HB4, ya que Argentina es uno de los principales consumidores de trigo del mundo.

"El propio comité de Derechos Económicos, Sociales y Culturales afirma que, para que una alimentación sea compatible con lo que exige el derecho internacional de los derechos humanos, ella debe ser adecuada cuantitativamente, en volumen suficiente de alimento, y cualitativamente, libre de sustancias nocivas."

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Los más de mil científicos que firmaron la carta de repudio al trigo transgénico – evento destacado como "notable y sin precedentes" por Filardi – hazem eco  de los estudios del biólogo molecular Andrés Carrasco, fallecido en 2014 y ex presidente del Conicet. 

El fue el primer científico argentino en realizar estudios sobre como las fumigaciones de glifosato afectan a las comunidades vecinas y al medio ambiente. Mala formación de fetos, cáncer, deterioro de aguas dulces y pérdida de otras variedades de trigo fueron algunos de los principales hallazgos que llevaron al campo científico las denuncias de familias campesinas directamente afectadas por la fumigación del glifosato.

En este sentido, Chan afirma que está trabajando con el Ministerio de Ciencias en una propuesta que prohíba la aplicación de agrotóxicos con aviones, para evitar que se esparzan con el viento. "Podría hacerse con drones, por ejemplo."

Edición: Leandro Melito