Presidente infectado

De la negación a la contaminación: el recorrido de Bolsonaro hasta encontrar el virus

Mandatario mantiene posición de tratar covid-19 como una enfermedad cualquiera, incluso después de más de 65 mil muertos

Traducción: Pilar Troya

Brasil de Fato | Brasília (DF) |
bolsonaro sem máscara
La mejor forma de vencer a la pandemia, va más allá del descubrimiento de una vacuna y está en la retirada inmediata de Jair Bolsonaro de la Presidencia - Evaristo Sa/AFP

Pasaron 118 días desde el reconocimiento de una pandemia por la Organización Mundial de la Salud (OMS) hasta que el presidente Jair Bolsonaro (sin partido), de 65 años, declarase que contrajo el virus que el minimiza.

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La confirmación la realizó el mismo, en un pronunciamiento a la prensa no recomendado por autoridades de salud, el martes (7).

Inclusive al reconocer que tuvo fiebre de 38 grados y dolores en el cuerpo, Bolsonaro intentó mantener su posición de que la covid-19, por más que ya haya matado a más de 65 mil brasileños, no es tan grave así.

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"Estoy bien, estoy normal. En comparación con ayer [lunes], estoy muy bien. Estoy hasta con ganas de caminar, pero no voy a hacerlo por recomendación médica, pero estoy muy bien", declaró.

El discurso de menosprecio a la enfermedad es la estrategia adoptada por el presidente desde la llegada del nuevo coronavirus a Brasil. El negacionismo, según el ex ministro de Salud y médico Alexandre Padilha (PT-SP), es parte de una tentativa política de no dejar que la economía se hunda en medio de la tragedia.

“Bolsonaro está motivado por una lógica genocida – y el ya verbalizó eso – de creer que esta pandemia sólo se interrumpirá cuando se llegue a 70, 80% de la población infectada, y que eso tiene que pasar lo más rápido posible, para no interrumpir un esfuerzo de reactivación de la economía”, dice Padilha, ahora diputado federal.

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Para el parlamentario, las muertes causadas por el coronavirus ya representan la mayor tragedia humana da historia brasileña, fundamentalmente por dos motivos: la negación da ciencia por el presidente da República y el debilitamiento del Sistema Único de Salud (SUS). La única solución, dice Padilha, seria sacar a Bolsonaro del poder.

“Soy de aquellos que considera que Brasil no logrará detener el proyecto genocida y no conseguirá recuperarse económicamente con el liderazgo de Bolsonaro. Los pedidos de impeachment y las articulaciones para frenar ese gobierno son fundamentales para que Brasil evite la profundización, por años, de esta tragedia humana que estamos viviendo por la covid-19”, sugiere el ex ministro.

Brasil no logrará detener el proyecto genocida y no conseguirá recuperarse económicamente con el liderazgo de Bolsonaro.

El periodista y sociólogo Laurindo Leal Filho, profesor da Universidad de São Paulo (USP), afirma que el discurso de Bolsonaro en relación a la covid-19 flirtea con el fascismo.

“Es un discurso fascista en la medida en que no admite contradicción. Es el discurso único. ‘Es así, tenemos este tipo de comportamiento porque tenemos este tipo físico’. Apela a todas las individualidades, al individualismo. Es curioso porque es un individualismo que, al mismo tiempo, al juntarse los individuos, forman corporaciones fascistas”, opina Leal.

Es un discurso muy fácil, que es común a una gran parte de la sociedad brasileña, desgraciadamente.

La posición del capitán dado de baja no es nueva en su carrera política, dice el profesor. “El utiliza el discurso que utilizó toda la vida para cualquier tipo de asunto. Son frases muy simples, muy truncadas, sin ofrecer ningún tipo de sustentación lógica. Reproduce un tipo de “yo creo” sin base de sustentación.”

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De acuerdo con Leal, es con la simplificación del pensamiento que Bolsonaro encuentra fieles. “Ese tipo de discurso es fácilmente asimilado por una gran parte de la población brasileña, que se identifica con ese tipo de discurso y tiene mucha dificultad de entender argumentaciones más complejas. Es un discurso muy fácil, que es común a una gran parte de la sociedad brasileña, desgraciadamente, víctima de un descuido histórico en la profundización del debate, del raciocinio”.

Recuerde los principales discursos y acciones negacionistas con relación al coronavirus:

Protesta contra Congreso y STF

El presidente estimuló y compareció a protestas contra el Congreso y el Supremo Tribunal Federal (STF), el 15 de marzo. El ignoró orientaciones sanitarias y tocó a manifestantes, inclusive tomando sus celulares para sacar fotos. Hasta entonces, Brasil registraba 200 casos confirmados da enfermedad.

“Histeria”

En 17 de marzo, Bolsonaro dijo que había una “histeria” alrededor de la crisis pandémica y que conmemoraría su cumpleaños 65 con una “fiestita tradicional”.

"Este virus trajo una cierta histeria. Hay algunos gobernadores, a mi entender, puede ser que me equivoque, que están tomando medidas que van perjudicar y mucho, nuestra economía", declaró.

“Gripecita” e “historial de atleta”

En pronunciamiento al pueblo sobre la pandemia, el presidente dijo, en TV abierta, que no se preocupaba con la “gripecita” por tener un “historial de atleta”. El también culpó a la prensa por el agravamiento de la crisis de salud.

"En mi caso particular, por mis antecedentes de atleta, en caso de que fuera contaminado con el virus, no necesitaría preocuparme. No sentiría nada o sufriría, cuando mucho, una gripecita o resfriadito", afirmó en esa ocasión.

Brasil no puede parar

Bolsonaro es contrario, desde el comienzo da pandemia, a las restricciones sociales. El intentó varias veces convencer a gobernadores y alcaldes de que la economía nacional no podía parar. El aislamiento social, no obstante, es la medida más eficaz para evitar la propagación de la enfermedad, de acuerdo con los especialistas.

Oda a la cloroquina

El uso de cloroquina y de hidroxicloroquina pasó a ser una misión personal de Bolsonaro. El defendió el uso de la medicación sin comprobación científica en cadena nacional y obligó al Ministerio da Salud a incluirla en el tratamiento de pacientes.

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Hasta el momento, no obstante, ningún estudio comprobó ningún efecto benéfico de la cloroquina o de la hidroxicloroquina contra el coronavirus Sars-CoV-2.

La medicación también está en el centro de una investigación judicial: el 18 de junio, el Ministerio Público y el Tribunal de Cuentas de la Unión (MPTCU) pidió la apertura de una investigación sobre una posible sobrefacturación en la compra, sin licitación, de materia prima para productos a base de cloroquina por el Comando del Ejército.

Cambio de ministros

Los dos ministros de Salud ligados directamente al área, los médicos Luiz Henrique Mandetta y Nelson Teich, no resistieron las órdenes de Bolsonaro en la cartera.

Mandetta fue despedido el 16 de abril, después de una serie de enfrentamientos con el presidente sobre el aislamiento social. Según el mandatario, el entonces ministro defendió sólo los intereses médicos en medio de la pandemia y "no entendió la cuestión del empleo".

Teich no estuvo ni un mes en el cargo. El no estuvo de acuerdo con Bolsonaro sobre el uso indiscriminado de cloroquina y, sin espacio para trabajar, renunció el 15 de mayo.

Falta de transparencia

Bajo el mando del ministro interino Eduardo Pazuello, el Ministerio da Salud pasó por un "apagón de datos". El gobierno restringió el acceso a datos sobre el nuevo coronavirus en el país, el 6 de junio. A diferencia de lo que ocurre en todo el mundo, el gobierno pasó a resaltar solo los datos registrados en las últimas 24 horas. De esa forma, la información queda “maquillada”, menos impactante, porque no considera datos de días anteriores que aún estaban bajo investigación.

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Veto a mascarillas

El viernes (3), el presidente vetó la obligación de usar mascarilla en iglesias, comercio y escuelas durante la pandemia, conforme preveía un proyecto de ley aprobado por el Congreso. Tres días después, Bolsonaro amplió el veto también para los presidios.

Según el periódico Folha de S. Paulo, desde el comienzo de la crisis sanitaria, el presidente se negaba a usar mascarillas y llegaba a decir a funcionarios que aquello era “cosa de maricón”.

Edición: Rodrigo Chagas