AMAZONÍA BRASILEÑA

Lábrea: el nuevo epicentro de la deforestación en la Amazonía brasileña

En el municipio, invasores de Rondônia rompieron el bloqueo contra el avance del arco de deforestación

Traducción: Isabela Gaia

Brasil de Fato | Lábrea (AM, Brasil) |
Un buey camina en el área quemada por incendios que destruyeron el 26% del Pantanal en 2020. - Mauro Pimental/AFP

En 2022, la deforestación en todos los biomas de Brasil fue un 22% superior a la del año anterior. El Cerrado y la Amazonía fueron escenario del 90% de toda la devastación registrada en el país. Cada segundo, se talan alrededor de 21 árboles en la Amazonía brasileña. 

El proyecto Mapbiomas, que recopiló y difundió estos datos, entiende que la situación es grave, pero afirma que ya se esperaba el aumento de la deforestación. El gobierno de Jair Bolsonaro (Partido Liberal) (2019-2022) desmanteló las estructuras de inspección y dejó una "herencia maldita" para el gobierno de Lula, elegido en 2022 con la promesa de sentar las bases para la deforestación cero hasta 2030. 

Según las cifras de Mapbiomas, el municipio de Lábrea, en el sur del estado de Amazonas, superó a Altamira, en Pará, y se convirtió el año pasado en el más deforestado de Brasil. Especialistas escuchados por Brasil de Fato afirman que este nuevo epicentro de devastación es el resultado del acaparamiento de tierras y la falta de inspección, aliados al incentivo desenfrenado a la ganadería y la tala.

Se incumplió el bloqueo contra el arco de deforestación 

La triple frontera entre Amazonas, Acre y Rondônia recibe el nombre de Amacro, la unión de las siglas de los estados (AM, AC, RO). Esta región concentró una cuarta parte de toda la deforestación en la Amazonía brasileña registrada en 2022. 

Ubicado en Amacro, Lábrea es un pueblo tranquilo, con 47 mil habitantes, que se encuentra al final de la carretera BR-230, construida durante la dictadura (1964-1985). El municipio tiene el tamaño de 45 ciudades de São Paulo, abarcando 12 Tierras Indígenas, dos Reservas Extractivas, dos Bosques Nacionales y un Parque Nacional.

En la práctica, las unidades de conservación forman un "bloqueo verde" de áreas protegidas contra el avance del arco de deforestación, como se denomina la porción de tierra con altas tasas de deforestación que va desde Acre hasta Maranhão. Sin embargo, la situación empezó a cambiar durante el gobierno de Jair Bolsonaro.

"Alrededor de la década del 2000, en torno al arco de deforestación, se crearon varias unidades de conservación y tierras indígenas precisamente para evitar que los deforestadores se fueran al interior de Amazonas. En estos últimos cuatro años, lamentablemente, se ha interiorizado el proceso que se da en el arco de la deforestación. Esa deforestación ya está dentro de Amacro", explicó el coordinador técnico de Mapbiomas, Marcos Rosa. 

'Se enfrentan al Estado'

El epicentro de la devastación ambiental de Lábrea se encuentra a unos 300 km en línea recta del casco urbano del municipio. El sociólogo Marcelo Horta, vecino de Lábrea e investigador en gestión territorial, señala que la región denominada Ponta do Abunã y el municipio de Boca do Acre (Amazonas) son los principales responsables de colocar a la ciudad en el tope del ranking de deforestación del país. Allí se concentran los ganaderos y acaparadores de tierras que vinieron del estado de Rondônia en busca de nuevas tierras que explotar. 

"La presión de los ganaderos de Boca do Acre hizo que la zonificación ecológico-económica de la región fuera más permisiva con actividades de gran impacto ambiental. Incluyendo una reducción de la reserva legal [porción de las propiedades rurales que no se pueden deforestar], que en el bioma amazónico es del 80%, pero en esta zona se ha reducido al 50%".

La explicación viene de Horta, quien también forma parte del Grupo de Investigación en Gestión Territorial y Geografía Agraria de la Amazonía (GTGA), vinculado a la Universidad Federal de Rondônia (UNIR). El sociólogo afirmó que, aunque los protagonistas de la devastación están vinculados a otras ciudades, "Lábrea tiene fama de deforestadora". 

"La gente que está allí se aprovecha de la situación de ausencia del Estado. Se enfrentan al Estado. Hay casos de inspecciones que se reciben con animosidad. Pero es una cuestión política de querer hacer presente el Estado. Todos sabemos que tanto el estado de Amazonas, como el gobierno federal y el Ejército pueden ser llamados a resolverlo", dijo Marcelo Horta. 
 

Las imágenes satelitales de este video, producido por Google, evidencian cómo la ganadería y la tala han avanzado en la región Amacro en los últimos 40 años. La deforestación ilegal ocurre en terrenos públicos, propiedad de la Unión, áreas que aún no tienen una función definida por ley y, según analiza el coordinador de Mapbiomas, necesitan ser reguladas.

"La tierra pública no es una tierra sin dueño, es una tierra del pueblo brasileño. Entonces necesita convertirse, por ejemplo, en un bosque público, una Unidad de Conservación o una tierra indígena. Este proceso es súper importante y, obviamente, todo el proceso de inspección, incautación de equipos y destrucción de equipos usados por los madereros ilegales. De esta manera se genera un impacto en el bolsillo de los que están haciendo esto", argumentó el coordinador de Mapbiomas. 

'Si hay fuego, con fe en Dios lo apagaremos'

En 2022, la deforestación en la triple frontera de Amacro creció un 10%. Más árboles talados significa más espacio para que el fuego se propague. 

Este año, el inicio de la estación seca en la Amazonía puso en alerta a los apurinã de la Terra Indígena Caititu. El pueblo montó una brigada voluntaria de bomberos forestales integrada por indígenas. 

"Hoy tenemos nuestro extintor de incendios, tenemos siete bombas de agua. Es poco. También estamos hablando con socios para conseguir un camión que nos permita actuar con mayor rapidez. Creo que no estamos preparados, pero estamos en camino de prepararnos. Si hay fuego, con fe en Dios lo apagaremos", dijo Poraqué Apurinã, presidente de la Asociación de Productores Indígenas de la Tierra Indígena Caititu (APITC).  

El año pasado, Poraqué perdió más de dos mil plantines nativos en un incendio forestal, que serían utilizados para reforestar áreas de vegetación degradada. El proyecto de reforestación, ahora interrumpido, serviría precisamente para evitar la propagación del fuego. 

Ibama será duro contra incendios, según el presidente del órgano ambiental

Tras cuatro años de desmantelamiento en el gobierno de Bolsonaro, el Instituto Brasileño del Medio Ambiente y de los Recursos Naturales Renovables (Ibama) garantiza que está preparado para enfrentar la estación seca en la Amazonía, que comenzó en mayo. Este año, el órgano ambiental endureció las inspecciones en la región de Lábrea. El Ibama aplicó multas por 47 millones de reales, incautó más de 7 mil hectáreas de áreas con delitos ambientales y decomisó más de 1 mil cabezas de ganado, además de madera ilegal. 

"El riesgo de que tengamos grandes incendios forestales en la segunda mitad del año es real. Perdimos un millón de hectáreas anuales en los últimos cuatro años en la Amazonía. Hay un stock muy grande de bosques que han sido talados. Además, tenemos el agravamiento del cambio climático y la llegada del efecto El Niño, que se inicia con mucha fuerza en las aguas del Pacífico y aumentará el problema de la sequía en la Amazonía. Por eso el Ibama está trabajando", dijo el presidente del organismo, Rodrigo Agostinho. 

Para enfrentar el problema, Agostinho cuenta que el Ibama contrató a más de 2 mil brigadistas, un aumento del 18% con respecto al año pasado. El órgano está ultimando un plan específico contra incendios en el bioma. Una de las novedades es el embargo remoto de tierras, que se puede realizar sin que los agentes tengan que desplazarse al terreno. 

"En las áreas que tengan incendios ilegales, las personas serán multadas y las áreas serán embargadas. Es decir, si la persona utiliza el fuego para aumentar el área de uso de las propiedades, esa área no podrá ser utilizada. Y esa persona perderá la posibilidad de tener un crédito agrícola. Entonces el Ibama será muy duro en el sentido de actuar para combatir tanta deforestación", dijo.

En la tierra indígena Caititu, en Lábrea, los brigadistas apurinã saben que será mucho trabajo para un equipo pequeño y sin vehículos adecuados. "Hoy estamos peleando dentro de nuestras 360 mil hectáreas de tierra. Eso es mucha tierra para que trabajen siete personas. Pero estamos haciendo lo que podemos, luchando para apagar el fuego. Porque habrá fuego", dijo Poraqué Apurinã. 

El otro lado 

Brasil de Fato contactó al gobierno municipal de Lábrea y al gobierno del estado de Amazonas, pero no obtuvo respuesta.

Edición: Rodrigo Durão Coelho